Diario de León

Sánchez, el dictador progresista

Publicado por
Francisco J. López Rodríguez, profesor
León

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El título es incongruente, contradictorio. Ser dictador y progresista es pretender que las vías de un tren, en su largo recorrido, terminen uniéndose. A todas luces, imposible. Cuando se trata del presidente del Gobierno no hay nada imposible.

Los comentaristas le están poniendo en el argot popular a escurrir. Solo voy a repetir algunos apelativos y calificaciones, unas, de mi cosecha propia y otras muchas que he plagiado. Las más significativas desde: mentiroso, felón, traidor hasta psicópata. Cuatro palabras que definen al personaje. No deseo seguir en esta línea ya que mi gramática personal es limitada e, incluso, acudiendo al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua no encuentro más semas o sinónimos para definir al inquilino de la Moncloa.

Es cierto que al hablar del personaje caemos en la tentación de ser repetitivos porque el olor nauseabundo que desprende cuando habla o actúa es tener siempre a mano el desodorante, con la particularidad, que los olores son tantos que hay que elegir el ambientador apropiado.

Ya sabemos cómo accedió a la Moncloa. Desde entonces ha dejado por el camino muchos cadáveres y los que dejará. Sánchez no tiene amigos ni los tendrá. Los que tiene hoy, son de conveniencia. Es el clínex, usar y tirar.

Nadie espere que rompa las coaliciones. Son su sostén. Lo hará unos meses antes de las elecciones para cambiar la mentalidad de los españoles para vender todas las bondades como acciones propias. Va a decir que los amigos que tenía se aprovecharon de él y que, por encima de todo, está la patria y la Constitución. Ya hemos dicho que no tiene sentimientos. Es frío. Los pasos, que da, son para prostituir todos los principios y valores de la sociedad española.

Ha empezado a laminar a los que le ayudaron a alcanzar el poder. Ya no los necesita. Cuando Ábalos le entregó a Sánchez las maletas de la venezolana y le hizo el trabajo sucio ya no lo necesita. El Rasputín , Iván Redondo, una vez que aprendió de sus artimañas, le paga el trabajo y antes de que lo lance por la ventana, tiene que coger las de Villadiego. Celáa, tras conseguir aprobar una ley de educación, la recluye en Roma y se lava las manos para demostrar que no ha intervenido en este sectarismo educativo. Carmen Calvo le estaba marcando los pasos. La destrona. A mí nadie me dice lo que tengo que hacer. La asturiana, la asesora en todas las causas, la negociadora con Bildu, la que daba la cara en su fidelidad al jefe la aupó hasta elevarla al altar de los dioses. Látigo de la oposición. La defenestra porque es la culpable de los desastres que están sobreviniendo al PSOE.

Sánchez, presidente, el problema eres tú. Tu soberbia, orgullo, endiosificación, son tus males. Tú no te equivocas. Se equivocan los demás. Tú eres perfecto. Tú eres sabio, todopoderoso. Tú eres remedio a todos los males. Tú marcas la política exterior, la interior. Tú diriges la economía.

Cuando vas por Europa no te das cuenta que tu semblante es imagen de mentiras. Que no te cree nadie. Sánchez, ¿quién te va recoger el día que te defenestren? Si no tienes amigos. Si, perdido el poder, andarás deambulando como un sonámbulo. Ocuparás un sillón en el Consejo de Estado, refugio de tus egoísmos. Es cierto que has conseguido lo que pretendías forjar un futuro no por servir a la patria sino resultado de tus tropelías.

Desprecias a España. Desprecias la Constitución. Despreciaste a todas las víctimas de terrorismo. Desprecias a los que están sufriendo el dolor por la pérdida de los seres queridos a los que sufren y sufrieron las consecuencias de un terrorismo. Sí esos con los que nunca pactarías.

En una visita hace tiempo a un pueblo de Salamanca se le acerca un vecino y le pregunta ¿Es usted Pedro Sánchez, el mentiroso? Pedro Sánchez no ha entendido o, mejor dicho, no le conviene entender que, por encima de sus intereses individuales, está el bien común, está la ciudadanía, está España y los españoles. Y son las personas las que pagan las consecuencias de su falta de integridad.

¡Si es que nada de lo que dice es cierto! ¡Si es que nada de lo que hace tiene buena intención! Ahora Sánchez  presume de unidad ¡que rostro! cuando su segunda herramienta política, después de la mentira, es la división. ¿O no es dividir dedicarse a reabrir debates morales, reescribir la historia de España, o también prohibir el uso vehicular del castellano? Pero es de dementes las concesiones que hace a sus socios los catalanes o vascos. Desaparece el castellano en las aulas, lo lamina. Aprueba desjudicializar la vida política permitiendo todos los ataques contra el Estado, contra la unidad de España. Cómo este señor puede seguir siendo presidente de un país que solo gobierna por el poder, por su egoísmo. No hay paso, decreto, ley que no se promulgue que no sea para causar impacto entre los ciudadanos para seguir en la Moncloa. Para seguir de gallito.

Pedro, eres un dictador, un oligarca, revestido de un progresismo falso. Sí, eres un progresista, porque el único que ha progresado eres tú, fruto de tus traiciones, de tus engaños, de tus mentiras, traicionando todos los principios morales y éticos.

El tiempo que te queda en la Moncloa será suficiente para dejar España como un solar porque tus acciones son propias de oligarcas.

Has conseguido derribar a Rajoy, basando tu moción de censura en una corrupción. Pero la mierda se te ha vuelto contra ti. Tu partido está podrido de corrupción y ¿qué vas hacer con tus correligionarios de Andalucía? Como no tienes escrúpulos, ni dignidad ni nada, dices que pagan justos por pecadores y robar seiscientos cincuenta millones de euros es de inocentes más lo que te rondaré porque sepas y, esto la prensa, que tus pagas, lo tapa. La corrupción de Andalucía, entre Eres y Formación, asciende a tres mil millones de euros. La red corrupta y la caja B del PP no representa el cinco por ciento de lo que se robó en Andalucía. Ahora preparas el indulto. A Rajoy no lo indultaste lo lanzaste de la Moncloa solo por el poder. Te uniste a unos bueyes para que tiraran por el carro cuyo pasajero único eres tú. Esto es tu progresía y tu progresismo porque, repito, el único que progresaste fuiste tú, el dictador y progresista Pedro Sánchez Castejón.

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