Diario de León

TRIBUNA | ¿Nuevo modelo educativo?

Publicado por
José Luis Santos Cela | exprofesor y doctor en Psicología
León

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En la sección Tribuna de este Diario (22/12/2019) se publicó la primera parte de este artículo. En él reflexionaba sobre el actual modelo educativo vigente en el Estado español y el descontento que, en general, se observa en la familia educativa, originado, a mi entender, por una implantación poco realista, así como por su falta de estabilidad debido a los radicales cambios que se producen en función del partido gobernante.

En base a lo anterior, abogaba por la necesidad de un consenso que beneficie al colectivo, que no es otro que el conjunto de la sociedad, impidiendo así que la formación de un nuevo gobierno suponga la destrucción del anterior edificio para una nueva construcción.

También citaba las variables más influyentes en el diseño de un modelo educativo de calidad (línea pedagógica, currículum, diseño de etapas educativas, itinerarios, obligatoriedad, formación del profesorado…), desarrollando en esa primera parte la línea pedagógica y emplazando para esta un tema de singular interés como es el diseño de las etapas educativas.

En el diseño de las etapas educativas, doy por aceptable, aunque admitirían matices, los que están en vigor en educación primaria y en bachillerato, siendo en la educación secundaria obligatoria (ESO) donde habría que reconsiderar el actual. A esta etapa me referiré.

Cuando hablamos de la ESO, el punto de partida es considerar su obligatoriedad como lo es la educación primaria, pero con una diferencia sustancial, la edad del educando. En esta etapa tenemos un alumnado en pleno inicio de la adolescencia, donde se producen cambios bruscos a nivel físico, sexual, psicológico (singulares alteraciones emocionales), como también social en sus múltiples vertientes (ideología, creencias,…), lo que explica la aparición de problemas y riesgos que anteriormente no se contemplaban, tanto en lo personal, como en lo familiar, social o escolar.

Así, en el contexto educativo (centro escolar) se inician los primeros indicios de absentismo, con alumnos que se niegan a asistir a clase, alumnos donde su rendimiento baja ostensiblemente, alumnos que se oponen a la disciplina académica…y todo ello con una perspectiva de un periodo de cuatro años, en el mejor de los casos.

¿Qué hacer ante esta situación? Pues bien, en esta como en cualquier otra referida a la educación no hay una respuesta única, sino aproximaciones a una respuesta compleja desde cualquier ángulo que se enfoque; eso sí, aproximaciones consensuadas, fundamentadas en investigaciones y estudios serios, sin obviar nuestra realidad tanto en recursos humanos como materiales, lo que evitará repetir errores de anteriores reformas.

Buscando nuevos horizontes se podría deducir que el primer objetivo es hacerles la escuela (el centro educativo) más atractiva, pero atractiva no como algo festivo, sino como algo ilusionante

Aspectos a reflexionar: La primera consideración podría ser sobre el actual grado de satisfacción del alumnado respecto al centro educativo. A este respecto el sociólogo Mariano Fernández Enguita sostiene que el gusto por la escuela desciende cuanto más tiempo se pasa en ella. El nivel de satisfacción con esta institución a los trece años es la mitad que el que existe a los once, mientras que a los quince años el descontento se dispara. Sigue diciendo, tenemos a los menores cada vez más tiempo en una institución que les gusta cada vez menos y concluye indicando que esta caída es más radical en España que en otros países.

En cuanto al tema de las repeticiones de curso, que en España se da en uno de cada tres alumnos antes de cumplir los quince años, la OCDE se muestra claramente en contra, indicando que este hecho no es atribuible al alumno, sino al sistema. Otro dato es que uno de cada cuatro alumnos no acaba esta etapa y de ellos, los que pasan al bachillerato lo superan en poco más del 50%. Concluyo con otro dato, casi el doble de chicos que de chicas no llega al nivel básico de Pisa. Esta información global muestra significativas diferencias al comparar comunidades autónomas.

Estos datos podrían hacernos reflexionar sobre qué efectos está teniendo el sistema comprensivo y analizar lo que manifiesta un importante número de alumnos: que esta escuela no está pensada para ellos.

Buscando nuevos horizontes se podría deducir que el primer objetivo es hacerles la escuela (el centro educativo) más atractiva, pero atractiva no como algo festivo, sino como algo ilusionante donde el esfuerzo y la exigencia tengan una recompensa y dé sentido al proceso de aprender.

A este respecto, la experta educativa sueca Inger Enkvist considera que las reválidas o pruebas externas al final de cada etapa educativa como tienen en Polonia, Corea del Sur, Singapur, Japón y China, sirven para saber lo que realmente se ha aprendido y elevar el nivel, convirtiéndose en un estímulo para los estudiantes.

Esto nos permitiría conocer cuál es el nivel real con el que acceden los alumnos de Educación Primaria a la Educación Secundaria. Relacionado con lo anterior, otra vía a explorar sería la aplicación de itinerarios, pues si bien las directrices de la OCDE recomiendan retrasar lo más posible el momento de elegir entre una vía académica y una profesional, estos no significarían tal elección, sino dar respuesta a una la realidad que se muestra evidente, ya que la diversidad del alumnado no permite el «café con leche para todos», pudiendo favorecerse con el diseño de currículos que se adapten a los perfiles aptitudinales, actitudinales y académicos de los distintos grupos de estudiantes.

Estos itinerarios no serían circuitos cerrados, sino que permitirían a determinados alumnos completar el estudio de aquellas materias que se consideran básicas, a la vez que serían itinerarios permeables, lo que posibilitaría que a lo largo de la etapa el alumno podría, en función de los resultados, incorporarse en otro de distinto nivel. Lógico es que al final de la etapa hubiese una reválida.

Concluyo esta segunda parte con una idea, para mí, fundamental: la inclusión en educación es mucho más que reunir en un mismo grupo a todo el alumnado por su edad; es, sobre todo, facilitar que cada chico, cada chica, en función de su compleja realidad, desarrolle al máximo sus potencialidades y logre su meta.

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