Diario de León

LA 5.ª ESQUINA

Tus amigos no te olvidan

Publicado por
JESÚS A. COUREL
León

Creado:

Actualizado:

Luis Carandell publicó una obra humorística sobre la muerte titulada Tus amigos no te olvidan (1975). Tras muchos años de visitas a cementerios, Carandell afirmaba que no se podía conocer a los vivos sin haber visitado antes a los muertos. Para un periodista la muerte es un tema de «palpitante actualidad», pues no hay día que las esquelas no se sirvan con los churros del desayuno. Como la de aquel catalán que, al morir su esposa y viendo lo caros que eran los anuncios en el periódico, eligió ahorrarse uno redactando el siguiente texto: «Murió Rosa. Vendo Opel Corsa». En España la presencia de la muerte es tan abrumadora que Quevedo escribe: «No hallé cosa en que poner los ojos, que no fuera recuerdo de la muerte». Nuestro culto desmedido a lo fúnebre nos empuja al morir a «estar más muertos que en otros sitios». Por eso, cuando al joven Valle-Inclán le preguntaron que quería ser de mayor, él respondió: «Difunto». Los finados tienen en nuestro país rango superior. Para Larra: «Los muertos hablan en voz bien alta y ningún jurado se atrevería a encausar y a condenar». Ni siquiera a los enterrados en los cementerios civiles, los llamados «corralillos», de los que Jiménez Lozano escribió un completo estudio en 1978. Cita este autor que, tras la Revolución de 1854, comienza la construcción de los cementerios civiles en España. Los destinatarios de los corralillos eran, según la ley canónica: paganos, herejes, apóstatas, cismáticos, suicidas, duelistas, los que se hacen incinerar, pecadores públicos que mueren sin confesión, los que incumplen el precepto pascual, los niños muertos sin bautismo y los que únicamente hayan contraído matrimonio civil. Eran muchas las parejas que se juntaban sin pasar por la vicaría o el juzgado que algún cementerio andaluz fue conocido como de los «amancebaos». El primer cadáver enterrado en el cementero civil de Madrid fue el de Julián Sanz del Río, siendo los epitafios de este cementerio un ejemplo de la fuerza moral de los allí sepultados, frente a la creciente uniformidad que domina en los cementerios católicos. Así en la tumba de Nicolás Salmerón se puede leer que fue tal su nobleza y dignidad que «dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte».

El libro de Luis Carandell está plagado de epitafios jocosos como la de aquella copla que dice: «Antigua la moda es: a los héroes y a los justos les matamos a disgustos y les lloramos después». Esa lucha enconada de los españoles lleva a Larra a sentenciar, en su celebrado discurso del día de Ánimas de 1836: «Aquí yace media España que murió de la otra media»… Había que hacer algo.

1397124194

tracking