Diario de León
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Hay algunos titulares periodísticos que me han llamado la atención. Leo en una primera página «cerco autonómico al estado de alarma de Sánchez» que comparte titular con esta otra «el secreto de Israel es que la sanidad pública y la privada vacunan bajo el mando único del ministerio». Es decir, por un lado, mientras en España «el estado de alarma es de Sánchez» en el exterior «el secreto es de Israel». Uno pensaba que el estado de alarma en España se había acordado en el Parlamento y que por tanto no cabe atribuirlo en exclusiva al presidente de Gobierno.

Por otro lado, se elogia en Israel «el mando único del ministerio» pero a la vez se aplaude «el cerco autonómico al Estado de alarma». Uno podría decir ¿en qué quedamos? ¿Se apoya el mando único o el cerco autonómico? La respuesta vendría a ser que estos sectores apoyan el mando siempre que sea «de los míos» y lo rechazan si es de otros. Así apoyan que la Junta de Castilla y León actué por su cuenta y riesgo, pero por otro lado dicen ser más españoles que nadie. Es el modelo de «España soy yo».

Otro titular de otro periódico dice «La caída del suministro de vacunas reivindica a Euskadi en su estrategia». Es la otra cara de la moneda. Aquí se viene a decir «Euskadi soy yo». Uno podría pensar que esa estrategia de vacunación la diseñan unos dirigentes de unos partidos en sus cargos de responsabilidad. Claro si se tiene la perspectiva de que «somos siempre los mejores» igual se tiene dificultades para explicar el motivo por el cual Euskadi es la que menor porcentaje alcanza en vacunación sobre el total de vacunas recibidas. Así que hay que apelar al «yo soy Euskadi» y también a convertir un aparente fracaso en un éxito.

La crítica será siempre legítima, pero habrá de fundamentarse principalmente en «lo que se hace» por encima de «quien lo hace»

Desde posiciones aparentemente opuestas estas dos posiciones comparten el atribuirse la patria común como una propiedad privada. En ese sentido unos y otros cuando el poder lo ocupan «otros» tienden a percibirlo como una especie de «ocupación de un espacio que es de mi propiedad». Por lo tanto «hay que expulsar al invasor».

No deja de ser curioso y triste a la vez que estos «patriotas» tienden a exaltar los éxitos fuera del territorio español cuando en el gobierno no están «los suyos». Lo vemos en esa misma portada, éxito en Israel y fracaso en España. Todo parece valer en la estrategia para intentar volver a ocupar el poder. Los éxitos foráneos se utilizan también como ariete para deslegitimar el Gobierno de España. Extraña forma de patriotismo.

Sin embargo, la cosa cambia radicalmente si los que ocupan el poder coinciden con los propios planteamientos del periódico. Entonces los aparentes fracasos (como el vacunar poco) se trasforman en «éxitos de estrategia». No es que se haya hecho mal o de modo insuficiente, es que se ha hecho a propósito y además con una estrategia acertada.

En mi opinión no hay nada más antipatriota que considerar la patria como una propiedad privada. España, Euskadi o la Región Leonesa son plurales y es básico entenderlas como tales. La crítica será siempre legítima, pero habrá de fundamentarse principalmente en «lo que se hace» por encima de «quien lo hace».

En estos últimos tiempos he podido ver un «nacionalismo madrileño» que diría es bastante chusco. Es aquel que planta al presidente del Gobierno de España o llama «paletos» a los que reivindicamos la identidad leonesa. Para ellos, España empieza y acaba en Madrid ya sea cuando nieva o cuando se hace un reparto de las vacunas.

Recuerdo cuando viajaba por Egipto que por la calle te preguntaban si eras del Real Madrid o del Barcelona. Claro, tu venías a decir que había muchos otros equipos. Incluso viajaban con nosotros unos compañeros de Barcelona…que eran del español. En ese sentido creo que hay que reivindicar «la otra España». Somos muchos los que no nos gusta el «nacionalismo madrileño» de Ayuso, pero tampoco el de Puigdemont o de Torra.

La España excluyente atenta contra la «patria de todos» y fomenta las posiciones independentistas. Por ello creo importante fomentar una imagen de España integradora en las diferencias. Habría que conseguir un mayor protagonismo en los medios para las noticias fuera de los grandes núcleos de población. Soy de los que cree que la identidad de España se encuentra en mucha mayor medida en los pequeños pueblos que en unas grandes ciudades que tienen rasgos comunes en todo el mundo. Lo peculiar y característico suele estar más escondido y por ello hay que hacer un mayor esfuerzo para encontrarlo. Sin embargo, creo necesario hacerlo y reivindicar una patria de todos.

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