Diario de León
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Silla baja josé álvarez de paz

Muchas veces bajé desde Viaríz para admirar el pórtico románico de la iglesia de Santiago en Villafranca, lugar sagrado que alberga el privilegio de poder ganar el jubileo sin llegar a Compostela. No se trata de un jubileo en versión original auténtica, sino del reconvertido más tarde en nula espiritualidad. El jubileo en versión Antiguo Testamento sería hoy una fiesta europea, nada menos que la cancelación de todas las hipotecas, incluidas aquellas que ahora sabemos que tienen un suelo, es decir que fueron concebidas para beneficiar a las financieras cuando las cosas van mal como cuando las cosas iban bien, o sea siempre, que es cuando a Brigitte Bardot le apetecía divorciarse, dijo ella.

Ante la Puerta del Perdón, el obispo de Astorga y el presidente Herrera se abstuvieron de tocar asuntos terrenales, no como los obispos de África, proclives a hablar poco de indulgencia plenaria y mucho de cancelación de la deuda externa, alzando su voz profética contra la voracidad de las multinacionales y contra el deterioro de las relaciones de intercambio. En plena sintonía con el prelado, el presidente no habló de la multinacional de la alimentación que acaba de llevarse para Francia el santo y la limosna de Castilla, tampoco habló de la Agenda de Población que el ejecutivo regional pospone una y otra vez, incapaz de frenar la sangría que representa la huida masiva de brazos jóvenes que padece este territorio.

En cambio, tres fotógrafos de aquí y otro de Brasil, poniendo el dedo en la llaga que le duele hoy a nuestra milenaria ruta, no se han ido por las ramas y están ofreciendo una visión del Camino a su paso por Castilla y León que es un aldabonazo a las conciencias. Dice uno de ellos que ha tratado de retratar lugares que de alguna manera le salpican el alma, nuevo se refiere a extensos territorios nuestros como «un ámbito de soledades». La fotógrafa Concha Pérez capta el vacío que experimenta el peregrino en un espacio desolado y abandonado. Es un gozo, sin necesidad de llegar al monte del mismo nombre, contemplar la muestra, cansado el contribuyente de tantos lugares comunes, tanta gastronomía identitaria y tanta reserva espiritual de Europa.

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