Diario de León

TRIBUNALES

El jurado popular declara culpable al acusado por el crimen de Cacabelos

Sólo las dudas sobre si era consciente de sus actos rompieron la unanimidad total

El condenado mira hacia la novia de su hijo tras haber escruchado el veredicto de culpabilidad

El condenado mira hacia la novia de su hijo tras haber escruchado el veredicto de culpabilidad

León

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De no haber sido por el séptimo punto del objeto del veredicto, la unanimidad habría sido absoluta. Pero el jurado popular que juzgó desde el pasado lunes a Paulino González Álvarez se dividió en torno al grado de consciencia que tenía en torno a sus actos en el momento de cometer el crimen. Cinco de sus miembros consideraron que no sabía lo que hacía cuando dio muerte a su hermano Antonio de veintitantas puñaladas y cuatro firmaron lo contrario, que sabía perfectamente lo que hacía.

El caso es que el procesado fue declarado culpable de la muerte fratricida que se registró en la calle de Los Hornos de Cacabelos el 23 de noviembre de 2011. Los ciudadanos encargados de impartir justicia en virtud de la Ley del Tribunal del Jurado dieron por probado que el acusado recibió una llamada de su hermano para que fuese a recoger una carta a Cacabelos. Habían residido en la misma vivienda durante algunos años tiempo atrás.

Sorpresivamente, después de recoger el correo, Paulino cosió a puñaladas a su hermano. Lo consideraba el líder de una facción de la mafia calabresa que quería acabar con su vida y le asestó 23 puñaladas según el veredicto. Durante la vista la cifra osciló entre las 22 y las 27, según quién las contara.

Por la violencia con la que se empleó en las cuchilladas, la hoja del cuchillo de cocina empleado se curvó y se partió. Tenía 17 centímetros de hoja. No obstante, sacó una navaja para seguir acuchillando a su congénere y también rompió la pequeña arma blanca.

Regresó a Espanillo

También por unanimidad consideró probado el jurado que la gravedad de las heridas y la hemorragia que le sobrevino a la víctima causó su muerte. Tras los hechos, Paulino se fue a la localidad de Espanillo, desde donde emprendió viaje a Bembibre, Salamanca, Madrid y Brasil. Previamente pasó dos noches en la T-4 del aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas.

Fue unánime en el jurado la consideración de que el acusado padecía un trastorno delirante de prejuicio que le hacía pensar que era objeto de una persecución para acabar con su vida. Sin embargo, no hubo criterio único sobre el grado de alteración y el hecho de que no fuera capaz de comprender lo que estaba haciendo. Para cuatro de los nueve miembros titulares del tribunal, sí sabía lo que estaba ocurriendo.

Por todo ello, se declaró a Paulino culpable de homicidio por unanimidad y se certificó la imposición de una medida de internamiento en un centro psiquiátrico que oscilará entre los quince años que solicitaba a priori la representante del Ministerio Fiscal (que ayer se quedó sin voz por una afonía en la última jornada del juicio) y los cinco años que de forma subsidiaria recomendó el letrado de la defensa, también en la misma línea en la que se había manifestado estos días a lo largo de la vista oral.

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