Diario de León

ANTIGUOS POBLADORES MINEROS

Con el nombre del patrón

Los inquilinos del poblado Diego Pérez, antiguo dueño de Antracitas de Fabero, son ahora propietarios de sus viviendas

El poblado Diego Pérez, recién construido

El poblado Diego Pérez, recién construido

Ponferrada

Creado:

Actualizado:

Inaugurado en 1955 con 250 viviendas adosadas, el poblado Diego Pérez, que lleva el nombre del antiguo propietario de la desaparecida Antracitas de Fabero, contrasta con la situación de El Escobio. La barriada, cerradas todas las minas de interior del municipio, se ha integrado hoy en el casco urbano de Fabero y hace tres lustros la mayor parte de sus inquilinos accedió a comprárselas al nuevo empresario, Victorino Alonso. «El problema es que muchos las han comprado sin dinero para arreglarlas, vamos poco a poco», cuenta Pilar Llana, hija del ebanista encargado del taller de carpintería que surtía de postes a Antracitas de Fabero, Jaime Llana Rodríguez.

Con su padre jubilado, y sentado al sol a la puerta de su casa, Pilar, como Augusta en El Escobio, está convencida de Fabero tampoco tiene futuro. «Mira que han salido millones desde aquí y no ha servido para que tengamos una buena carretera», se lamenta.

Los años en los que Antracitas de Fabero era un reclamo para cientos de trabajadores que llegaban a la cuenca y no encontraban vivienda donde alojarse, quedan cada vez más lejos. Ese déficit, cuenta Manuel Enríquez, empezó a paliarse en 1954 con la construcción del poblado Diego Pérez en viviendas unifamiliares adosadas y perfectamente alineadas en calles nombradas con letras y números. Desde hace ocho años, recuerda ahora Pilar Llana, las calles tienen nombres de lugares. «Pero hay demasiadas que empiezan con Valde... y el cartero se hace un lío», asegura mientras otra funcionaria de Correos arrastra ahora un carrito con la correspondencia.

El poblado de Diego Pérez no fue el único en albergar a los mineros. Pequeños grupos de viviendas se edificaron más cerca de la explotación de Antracitas de Fabero y así surgieron los poblados de Jarrinas, Minas Sota, El Pozo o la Pozaca. Pero ha sido la cercanía al casco urbano de la cabecera del municipio a la barrida abierta en 1955 lo que la ha salvado. Diego Pérez sigue siendo un lugar habitado y habitable. Aunque mucha gente asegura que no se puede comparar con sus años de esplendor, cuando la empresa habilitó en Fabero economato, hospitalillo y un lugares de esparcimiento.

Jardín con hilo musical

«El poblado disponía de un jardín que era la envidia de la zona, y hasta tuvo hilo musical», asegura Enríquez, que recuerda como allí, y a pesar de que un guarda de la empresa lo vigilaba, muchos jóvenes de Fabero tuvieron sus primeros «escarceos amorosos». Y sus palabras se parecen demasiado a las de Ángela, ‘la dama de las petunias’ de El Escobio, que unos minutos antes le hablaba al periodista del esplendor y los cortinajes del viejo cine en ruinas.

tracking