«A Priaranza a ver las estrellas»

El motivo que le llevó a volver a Priaranza del Bierzo, localidad a la que la familia había acudido años antes respondiendo a una de esas llamadas desesperadas que se realizan desde los consistorios para salvar del cierre a la escuela del pueblo, fue, según apuntó en sus declaraciones «ir a ver las estrellas», explica el abogado de la acusación. Era el 21 de agosto de 2016. Ese día, la exhijastra de A.G., volvió a pisar las calles del pueblo, como lo había hecho por primera pocos años después de estrenarse el milenio. Pero en esta ocasión, ya no lo hizo en compañía de su madre y su hermana pequeña, sino con un joven y otra amiga que estaba pasando esos días en el domicilio familiar al que se habían trasladado tras la ruptura familiar. –y con orden de separación para A.G. de su ya exmujer por un delito de violencia de género de por medio— . Precisamente, el trato que presuntamente había recibido su madre por parte de A.G. se apunta como posible origen de los hechos.

«Se les vio por los bares del pueblo». A.G. reconoció haber estado «regando un maizal próximo a su domicilio hasta las tres de la madrugada». y luego se metió en la cama. «El joven asegura que la exhijastra le contó ‘algo’ sobre su padre». Pinceladas de una reconstrucción que deberá hilvanar el juzgado, pero que para la acusación particular tiene a una clara autora material. «Quedará por determinar el grado de colaboración o implicación del resto», señala el letrado, a la vez que recuerda que A. G. no escuchó ningún otro ruido por la casa más allá de los que denotaron la presencia de su agresor/a y la huida de éste/a. También señala que «la persona que le agredió conocía perfectamente la casa y sabía donde dormía mi cliente». Desde la acusación particular se ponen los focos en la gravedad de unos hechos. Una acción, asegura, con la que se pretendió causar el mayor daño posible con un ataque directo a la yugular».