Diario de León

DIEZ GENERACIONES BERCIANAS

Vivir en una casona para mantenerla viva

No todos los que residen en un palacio o una gran casa del siglo XVII son nobles o adinerados Es el caso de Nicolás en Villar de los Barrios.

Nicolás de la Carrera, fotografiado este pasado viernes en Villar de los Barrios, con la gran casona de su familia al fondo. L. DE LA MATA

Nicolás de la Carrera, fotografiado este pasado viernes en Villar de los Barrios, con la gran casona de su familia al fondo. L. DE LA MATA

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m.c.cachafeiro | villar
León

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Impone subir por la calle principal de Villar de los Barrios. Las casas solariegas se acumulan a ambos lados, varias con carteles de ‘se vende’. En lo más alto, junto a la plaza, destaca el caserón de los Carrera, que en realidad eran dos, ya que se unificó en el siglo XVII, cuando los Valcarce y los Carrera se unieron con el casamiento de miembros de ambos linajes.

«Según consta en documentos, en este lugar han nacido más de 10 generaciones de la familia de los Carrera. El último mi hijo Martín de la Carrera Attiba, hace tan sólo 4 años», explica Nicolás de la Carrera, su actual inquilino.

Nicolás vive con su familia desde octubre de 2012, hace ya más de 6 años. «Antes estuve viviendo en Senegal durante 20 años y ya desde allí tenía nostalgia de la casa, del pueblo, del Bierzo. A raíz de ser padre y ver crecer a mis hijos en Dakar sentí la necesidad de venir a Los Barrios, a la casa-cuna familar, y que ellos conocieran, también, sus raíces paternas», comenta.

La casona mantiene todo su sabor. Hasta finales del siglo XIX fue habitada por su bisabuelo, puntualiza. Pero desde entonces solo se abría en verano o alguna que otra escapada gracias al esfuerzo por conservarla de su abuelo y después su padre, que es quien mantiene la propiedad del inmueble.

La casona de los Carrera impone por fuera y más por dentro. Tiene 500 metros cuadrados por planta, lo que da idea del esfuerzo que puede llegar a suponer su conservación. Aunque Nicolás ha mejorado la estructura, reconoce que queda mucho por hacer. «Nosotros vivimos solo en una parte de la casa, la más confortable y con calefacción; el resto se utiliza sobre todo en verano para alojar a amigos y familia. Somos una familia numerosa, así que vivir en una casa grande son todo ventajas. Además el pueblo es tranquilo, en plena naturaleza y es un entorno ideal para que crezcan nuestros hijos».

Muchas veces se piensa que los propietarios de casas nobles son todos grandes terratenientes o nobles, pero no es así. En el Bierzo, muchas familias como la de Nicolás, mantienen la llama viva, y no es fácil conservar una casa así. «Son obras costosas —aclara— y teniendo en cuenta que esta y otras casonas del pueblo están declaradas de Protección Integral deberían de obtener ayudas para su conservación. La fachada de nuestra casa cuenta con un blasón, gárgolas y pináculos en las esquinas y una hermosa balconada que forma parte del patrimonio arquitectónico del Bierzo», recuerda Nicolás, alma mater del festival Villar de los Mundos que se celebra todos los años para dar a conocer este singular paraje cercano a Ponferrada.

Hace unos años estuvo a punto de caerse una parte de la casa debido al peso de las losas de pizarra de la primera planta, lo que llevó a Nicolás a solicitar ayuda urgente a la Junta. Ni siquiera le contestaron, dice.

La Junta declaró en 2015 el conjunto histórico de Villar, Salas y Lombillo, que conforman Los Barrios de Salas, Bien de Interés Cultural, a propuesta del Ayuntamiento de Ponferrada, donde después no se han podido aprobar, por falta de mayorías, 60.000 euros para impulsar un Plan especial de Conservación, imprescindible para marcas las pautas de rehabilitación y acceder a ayudas oficiales.

Nicolás no tiene una idea clara sobre qué hacer para conservar la casa. Eso sí, es rotundo al afirmar que «venderla nunca». «Si a acaso destinar una parte de la casa a algún proyecto turístico; casa rural, mesón, cooperativa, bodega», dice. Sólo la bodega conserva centenarias cubas, dos lagares, patio interior, huerta...

La Administración, a su juicio, debería ser sensible con el valor que tiene la arquitectura civil de los pueblos «para mantener viva nuestra herencia e identidad local». «Recuperar la vida en los pueblos es muy importante y necesario pero ha de ir acompañada de un mayor esfuerzo desde la Administración. La arquitectura local es testigo muda de nuestra historia y el legado que dejaremos a nuestros hijos», insiste Nicolás.

«El potencial turístico del medio rural es enorme y puede generar empleo y riqueza en nuestra comarca. Debería ser una prioridad», deja a modo de sugerencia.

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