Diario de León

FRAGUA DE FURIL Manuel Cuenya

Un amor soñado y un miedo real

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León

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Hoy me siento con ganas de escribir sobre el amor, el mismo amor, la misma lluvia, tal vez, como esa magnífica película del genial Campanella. El amor como ilusión que le mantiene a uno en forma. El amor como deseo. El deseo como corriente vital. Sin deseo y sin amor la vida deja de tener sentido. El caos se adueña de la persona, que termina pulverizada. Acabo de recibir un e-mail de mi amiga Raquel. Me envía un texto conmovedor. Es un texto escrito por García Márquez, cuyo estado de salud es ahora harto delicado. "El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo". El tiempo se esfuma en las neblinosas montañas de nuestra inconsciencia. Se desvanece en medio de un revoltijo de recuerdos vanos. Resulta imparable en su carrera hacia la muerte."Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces". No lo olvides, estimado lector, nunca dejes para mañana lo que puedas hacer por el amor hoy. Cuando uno se siente cerca de la muerte, resurge el amor en todo su esplendor, y es entonces cuando nos damos cuenta de nuestras miserias y mediocridades. "Si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti". Los tiempos egocéntricos y guerrilleros que vivimos no procuran mucho amor, antes al contrario, el odio, en su salsa xenófoba, es el plato nuestro de cada día. Nadie, o casi nadie, parece tener en cuenta al Otro. Ese Otro invisible, fantasmagórico, inexistente, quizá. Cada cual va a su puta bola. El amor verdadero es como un sueño. Ya nadie lucha por un amor verdadero. El amor en los tiempos del cólera. El propio Ricardo Darín, al final de "El mismo amor, la misma lluvia", se da cuenta de que ha estado escribiendo sobre el amor, cuando en realidad debería escribir sobre el miedo. El miedo es un muro que nos impide decir lo que sentimos y hacer lo que pensamos. Por el miedo perdí tu amor, por el miedo hago un trabajo que no me gusta... Esto es más o menos lo que le dice a su amada Laura, obsesionada con ser sincera consigo misma y con los demás.

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