Diario de León

LA GAVETA César Gavela

Los partidos de Ponferrada

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León

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Estamos en curso electoral, ya todo tiene sabor a urna y en la capital del Bierzo se acerca un gran choque de trenes entre el PP y el PSOE. Choque democrático, liza legítima. Polarización creciente que, en principio, parece favorecer al Partido Popular porque la ventaja en votos que tiene sobre su seguidor es muy grande, cimentada sin duda en la revolución urbanística de Ismael Álvarez, un alcalde que pasará a la historia local por haber logrado un imposible: convertir la gran barriada de la Puebla, el bronco escenario de la Ciudad del Dólar, en un lugar moderno, cívico y ornamentado. Esta evidencia pesará mucho en los comicios y el PSOE debe contrarrestarla con un programa que resulte novedoso, atractivo y creíble. Porque a la ciudadanía le conviene que la alternativa socialista sea real. Con ideas y ganas, con optimismo. La lucha del PP y el PSOE reducirá el papel, ya muy modesto, de los cuatro partidos pequeños: IU, UPL, PB y PRB. En el caso de los comunistas, porque si ya es muy difícil recuperar el acta perdida, poco les ayudará un clima nacional de retroceso, muy marcado por la tarea de ese muchacho erróneo llamado Madrazo, un marxista cristiano que en Euskadi se opone a la ilegalización de Batasuna. Los leonesistas, por su parte, arrastran un insoluble problema de fondo: la de ser una formación trans-Manzanal, difuminada en la cuenca del Miño. Y es que a los bercianos, si bien somos leoneses, resulta al excesivo pedirnos que seamos leonesistas. Dejo para el final a las dos formaciones comarcales. Al PB lo veo en inoportunas horas bajas, pues tengo entendido que uno de sus líderes carismáticos ha abandonado la comarca, tentado por un empleo en Cataluña; hueco que no puede cubrir el otro líder, quien, sin embargo, pelea lo suyo con sus muchachos del frente norte. Es posible, con todo, que los blanquiazules puedan revalidar su única concejalía. La otra formación, la que lidera Tarsicio, habrá de repartirse los sufragios con el PB, y ello perjudicará las expectativas del veterano político, un hombre voluntarioso que cada día reclama el asfaltado de una calle, la limpieza de un jardín, el advenimiento de una facultad universitaria o la erección de un túmulo porque los votos, él bien lo sabe, tiene que ganárselos puerta a puerta. Vislumbro, pues, un consistorio a la británica. Con dos grandes partidos y un escaño, o a lo sumo dos, fuera de las aguas socialistas o de las populares. Un mapa bipartidista porque la biodiversidad es buena en la naturaleza pero más bien incómoda, y a la postre ineficaz, en la gestión de las cosas públicas.

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