La ruleta del barquillero vuelve a girar

"Era demasiado bueno, todo el mundo le quería", dice Toño, el hijo pequeño de José 'Pepe' Cortés , delante de la estatua en bronce que reproduce, a escala natural y a pie de calle, sin ningún pedestal que lo eleve del suelo a uno de los personajes más populares y que más cariño despiertan entre los vecinos de Ponferrada que caminan por la plaza del Ayuntamiento. Un hombre que vino de Orense en la posguerra y se dedicó a vender barquillos y caramelos en las fiestas, en el fútbol, allí donde había una verbena, desde Bembibre a Villafranca del Bierzo. 

Veinticinco años casi redondos desde su fallecimiento, el Ayuntamiento de Ponferrada reunió ayer a su familia, a dos de sus tres hijos, a tres de sus biznietos, entre otros, para completar la escultura que en 2001 fundió el artista Óscar Alvariño Belinchón, con una placa que recuerda el nombre y el oficio de homenajeado. Un guiño a los forasteros y a los turistas y a los jóvenes que no lo conocieron.

A Pepe el Barquillero lo adoraban, sobre todo, los niños, que le pagaban unas monedas y esperaban a que la ruleta de su barquillera roja girara y girara hasta que se detuviera en un número. Si había suerte, por el mismo dinero se podían llevar hasta diez barquillos. ¿Y si salía el cero?. "Seguro que Pepe volvía a hacer girar la ruleta", decía esta mañana alguien que pasaba por allí. Para una fecha tan especial, la familia se trajo, además, la barquillera original, con su rojo vistoso y que sirvió de modelo al escultor.

Y la ruleta sigue funcionando, aunque esta mañana, los barquillos traídos en cestas de plástico eran gratis,.

"Jovial, alegre y sonriente", así le ha recordado el alcalde, Olegario Ramón, que lo vio tantas tardes en el campo de fútbol de Fuentesnuevas. El regidor ha contado incluso que su hijo de tres años le ha confundido con el barquillero. Ambos comparten las gafas. 

"Un hombre bueno, un ejemplo de tesón", le definió su nieta Natalia, que intervino para recordar que Pepe fue "el último barquillero", un hombre humilde, un trabajador. Desde hoy, con la placa en el suelo, ya no hay excusa para no conocer su nombre.