Fabero y las ánimas entierran las armas
En un contexto bélico como el que vive Europa, Fabero quiso reivindicar la paz en la antesala del Día de Todos los Santos. La procesión de las ánimas que, desde hace unos años, recorre el camino que separa la plaza del Ayuntamiento del Pozo Julia, escoltó, esta vez, un féretro cargado de armas que al final fueron quemadas. Un acto con gran simbolismo incluso local, ya que en las viviendas rehabilitadas del Pozo Julia conviven, desde que estalló la guerra de Ucrania, tres familias de acogida que se han integrado a la perfección en el pueblo. La petición de fin de las guerras escenificada al final del trayecto de la Santa Compaña tuvo, para estos refugiados, con sentido muy especial. Y así Fabero quemó lo malo tratando de acallar a los espíritus perversos y celebró ese compromiso con una queimada que marcó el final de la procesión mortuoria que escenifica una tradición de gran arraigo en el valle de Fornela y, en general, en el noroeste peninsular. | m. c.