Orense acoge hasta final de mes el mayor congreso sobre el hombre-lobo
Manuel Romasanta perpetró en el siglo XIX uno de sus primeros crímenes en el Bierzo
La figura de Romasanta, el ‘hombre lobo’ que perpetró su primer asesinato en los montes del Bierzo, un alguacil de Ponferrada cuando le exigía que pagara varias deudas, sigue despertando gran interés en Galicia y, sobre todo, en Orense, donde su caso se ha recuperado en los últimos años con publicaciones y nuevas investigaciones.
Esta semana que viene, comenzará en la Uned de Orense un programa centrado en la figura de Manuel Blanco Romasanta, que se alargará desde el día 15 al 30 de marzo.
El curso de la Uned abordará el caso desde un enfoque multidisciplinar centrándose en la visión histórica y en la jurídica. Se repasarán los hechos criminales por los que fue enjuiciado, su detención, el propio proceso jurídico, las dudas sobre la existencia de cómplices, las dudas sobre la autenticidad de algunos documentos en la causa y su destino final se podrá también sobre la mesa, además de la repercusión mediática del juicio.
También se analizará la figura de Romasanta dentro del marco antropológico, las creencias europeas sobre zoantropía y licantropía, y las figuras de personajes como el sacamantecas o hombre del saco. El comportamiento, el victimario, el modus operandi de este hombre lobo ourensano, así como los posibles móviles de sus crímenes, la perspectiva psiquiátrica, patologías y la relación con su comportamiento sexual también serán objeto de análisis en el curso que tendrá como ponentes a los hermanos Félix y Cástor Castro Vicente.
Manuel Blanco Romasanta (Regueiro, Esgos-Ourense, 18-11-1809-Ceuta 16-12-1863) todo apunta que fue el primer asesino en serie español con repercusión mediática internacional. Hombre lobo confeso, declaró durante el proceso judicial haber devorado a trece personas, aunque finalmente fue condenado en el año 1854 por la Audiencia de La Coruña a cadena perpetua por la muerte de nueve. El personaje tiene relación con el Bierzo porque la primera acusación de asesinato, de 1844, fue por la muerte de Vicente Fernández, un alguacil, en unos montes del municipio de Igüeña. Fue el Juzgado de Primera Instancia de Ponferrada, 14 meses después y sin pruebas feacientes, el que dictó la sentencia, a diez años de presidio en rebeldía. No fue ejecutado al considerarse el único caso documentado de licantropía clínica, un trastorno alucinatorio caracterizado por las ideas delirantes del afectado sobre su transformación en animal. Se le acusó de llevarse mediante mentiras y engaños a mujeres y niños para matarlos