Diario de León

RECREACIÓN HISTÓRICA

¡Los irmandiños asaltan el Castillo de Ponferrada!

Los Caballeros de Ulver reviven el combate entre los campesinos levantados en armas y el Conde de Lemos en 1467

La Asociación Caballeros de Ulver ha recreado el famoso asedio de los irmandiños al Castillo de Ponferrada en 1467. Las puntas de las flechas eran de goma, las espadas romas, la pólvora de fogueo pero los insultos entre los combatientes sonaban de verdad: '¡Sois una rata, Conde!' gritaron los campesinos díscolos para empezar la pelea con la Casa de Lemos.

Ponferrada

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Las flechas tenían la punta de goma. La pólvora era de fogueo, aunque hacía ruido. Pero los insultos eran de verdad. «¡Sois una rata, Conde!», bramaban los irmadiños de carne y hueso, miembros de la Asociación Caballeros de Ulver vestidos con armaduras y corazas, con la ropa blanca de los campesinos, y armados con espadas romas, con arcos bien tensados, catapultas y bombardas como las que a mediados del siglo XV sirvieron para asediar el Castillo de Ponferrada en plena revuelta campesina contra el Conde de Lemos.

Más de cinco siglos después de la batalla que dejó maltrecha la fortaleza medieval, hasta el punto de que Pedro Álvarez Osorio tuvo que reconstruirla, la asociación recreó este sábado, y en presencia de un público muy numeroso, el famoso asedio al Castillo de Ponferrada. Y no falto de nada. Ni siquiera la puntería. Más de una flecha con la puna de goma se coló bajo el arco del  Castillo Viejo, último reducto del Conde Lemos. Y tampoco cierta torpeza. La primera bola (de goma) que salió de la catapulta salvó sin dificultad los muros del Castillo Viejo y dejó con la boca abierta a los espectadores. La segunda, no. Y la tercera cayó corta, cerca del publico.

Con los Caballeros de Ulver acampados en el patio de la fortaleza, más allá de la recreación de la revuelta irmandiña, el Castillo acoge durante todo el fin de semana talleres y visitas guiadas.

Pero la recreación de la batalla no se quedó solo en el Castillo. Grupos de soldados bien armados se dejaron ver durante todo el día por el casco antiguo. Y si a las once de la mañana alguien quería cruzar bajo el arco de la Torre del Reloj se encontraba con un control de salvoconductos, o con una leva de niños en la plaza de la Encina. Porque ya se sabe que las únicas guerras aceptables son aquellas donde los soldados juegan como niños y las flechas llevan al punta de goma.

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