Diario de León

Adrián nació del todo el día que le dijo a su madre que se llamaba Adrián

- Cuando con cinco años le preguntaban qué quería ser de mayor él ya respondía que "un niño"

Adrián Méndez. L. DE LA MATA

Adrián Méndez. L. DE LA MATA

Ponferrada

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Adrián Méndez nació el 3 de diciembre de 2005, pero realmente no nació ese día ni con ese nombre. Tampoco nació solo, porque su madre tuvo dos gemelas. Adrián no se llamaba Adrián. De hecho, oficialmente se llama así desde hace tan solo dos años, aunque está punto de cumplir 18.

Adrián Méndez nació realmente cuando empezaron a llamarle Adrián. Él mismo eligió su nombre y en casa nadie le puso pegas. «Mamá, me llamo Adrián», le dijo un día y ese fue el principio de la vida que quiere vivir. Ya con cinco años sabía que no era una niña y se negaba a ponerse vestidos. Lo del pelo corto tardó más en llegar «por el qué dirán», pero el chándal y la ropa masculina han sido siempre su seña de identidad, la manera que tuvo de decirle al mundo quien era. De su nombre femenino prefiere no hablar.

Cuando de pequeño me preguntaba qué quería ser de mayor, yo siempre decía que un niño

Haber nacido en Toreno ha sido para él una ventaja, porque nunca ha sentido rechazo. El apoyo de su entorno familiar y social fue clave en su desarrollo, asegura, pero sí reconoce desconocimiento hacia las personas transgénero en un entorno rural como en el que él vive. Hay respeto, pero también lagunas y eso es lo que ha tratado de solventar con la organización de una jornada respaldada por el IES La Gándara en el que cursa primero de Bachillerato.

Ahí pudo confirmar que en su pueblo siempre ha sido Adrián aunque se llamara de otra manera. Lo único que hizo fue contar su historia y explicar a sus vecinos que no nació siendo quien es, que no se siente identificado con su género biológico, que está en un cuerpo que no es el suyo y que durante mucho tiempo no estuvo a gusto con su identidad.

Adrián Méndez, en el patio del IES La Gándara de Toreno. L. DE LA MATA

Adrián Méndez, en el patio del IES La Gándara de Toreno. L. DE LA MATA

Hace algo más de dos años que este joven toreniense inició, por fin, el proceso de cambio. Por fin lo dice él mismo, ya que asegura que lo peor que ha enfrentado en este tiempo es la ansia y la ansiedad por esperar a llegar a la edad indicada para poder empezar con el tratamiento de hormonas. Ha tenido que pasar por terapias psicológicas y pruebas y reconocimientos médicos y el siguiente paso será la mastectomía. Eso es lo que le hará «realmente libre». Su pecho le acompleja y lo oculta con cintas y binders. No es el físico que le corresponde y le crea inseguridad. 

«Afronto lo que viene con ganas. El año que viene ya entraré en lista de espera para hacerme la primera cirugía, la del pecho, que sí la cubre la Seguridad Social. Entonces, me sentiré libre del todo y podré mostrarme como soy», asegura un chico al que cuando de pequeño le preguntaban qué quería ser de mayor, siempre respondía lo mismo: «Un niño». Por eso, nadie en su casa se extrañó cuando se presentó como tal. «He tenido mucha suerte en mi ámbito familiar y como desde bien pequeño empecé a decir estas cosas, mi madre no lo tomó mal», relata Adrián, que tiene claro que su hermana, la que no le dejó nacer solo, ha sido siempre su principal apoyo. «Ella fue la primera en tratarme como un niño», dice.

El año que viene ya entraré en lista de espera para hacerme la primera cirugía, la del pecho, que sí la cubre la Seguridad Social. Entonces, me sentiré libre del todo y podré mostrarme como soy

Con sus amigos, pasó lo mismo. «Han crecido conmigo y lo veían como algo normal. Cuando se lo dije, la respuesta fue que les iba a contar algo que ya sabían. Así que, nunca me he sentido juzgado, al menos no por mi gente», explica. Sí tal vez por los ajenos y también a través de las redes sociales. «Alguna vez me han llamado travelo o travesti. Tonterías, comentarios a los que no hago ni caso; sobre todo porque a la cara no se suelen atrever a decírmelo», afirma Adrián. «Hay quien no lo entiende y quien no lo quiere entender», añade. 

Ha sido difícil esperar a alcanzar los 16 años para poder hormonarse, pero también lo ha sido el proceso de cambio de nombre. Hace tan solo un año que su documento de identidad le identifica como un hombre y dos que pone Adrián. «Todo el proceso legal en el Registro Civil ha sido un rollo, la verdad. Me pusieron muchas pegas y mucho papeleo, con informes psicológicos, informes médicos... Llevaba tres años intentándolo hasta que lo conseguí», relata.

«Cuando en el DNI figuras con otro nombre y vas por ejemplo al médico, te van a llamar por el nombre antiguo y eso te hace sentir mal, porque no te están llamando a ti», añade. En el instituto eso nunca le pasó. «El primer año, entré en clase de inglés y me presenté como Adrián. Desde entonces, siempre me han llamado así».

Haber conocido a otras personas como él fue el impulso definitivo. Ahora comparte un grupo de whatsapp y, a través de él, dudas y experiencias que a Adrián le han ayudado a seguir adelante, aunque siempre ha tenido clara la dirección a seguir.

Cuando en el DNI figuras con otro nombre y vas por ejemplo al médico, te van a llamar por el nombre antiguo y eso te hace sentir mal, porque no te están llamando a ti

«Yo nunca lo escondí, no hay que avergonzarse de lo que uno es», dice; aunque también reconoce que no en todos los contextos esa afirmación ha sido tan taxativa: «No he sufrido bullying ni me he sentido solo, pero sí me he apartado algunas veces, cuando no conozco a alguien, por ese miedo al rechazo».

«La gente se tiene que dar cuenta de que ni somos personas raras ni estamos locos ni mucho menos. Somos como ellos, personas normales. Esto lleva existiendo toda la vida, otra cosa es que ahora se le dé más visibilidad», defiende Adrián Méndez, que es un apasionado del ciclismo y tiene previsto estudiar Ingeniería Forestal. A su yo del pasado y a cualquier niño que afronte su misma situación le dice que adelante, que el proceso será largo pero llegará, que lo cuente, que no se esconda, que explique lo que siente y que nunca deje que nadie le diga quien es. Él se llama Adrián, aunque empezara sus días con otro nombre.

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