Cultura
La Justicia con Eduardo Arroyo empieza en Ponferrada
La Térmica Cultural inaugura este sábado una retrospectiva del artista universal de Laciana
¿Cómo pintaría Ponferrada Eduardo Arroyo? ¿Cómo expresaría este artista cosmopolita y arrollador la ciudad post-carbón? El crisol de un Bierzo de colores.
La Térmica Cultural ha puesto sus mejores galas tras su rereencuentro con el público ponferradino para exponer la obra de Eduardo Arroyo (Madrid, 26 de febrero de 1937-Madrid, 14 de octubre de 2018), que se podrá visitar desde este sábado. Un creador que hunde sus raíces en Robles de Laciana y que no siempre se ha entendido. Ahí están sus ‘moscas’ —que también se podrán ver en Ponferrada—, que siguen generando polémica en Puerta Castillo, al lado del arco de la Cárcel de León.
La muestra podrá visitarse gratuitamente hasta el 29 de septiembre en la sala Condensadores de La Térmica Cultural, en uno de los acontecimientos culturales del año en Ponferrada. Arroyo, hasta para sus críticos, es uno de los grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX en España.
Compuesta por 176 piezas (149 pertenecientes a la colección privada de su familia y 27 más provenientes de los fondos del Instituto Leonés de Cultura), el recorrido retrata al Arroyo más íntimo y personal. No hay como traspasar la puerta de sus vivencias más personales (Robles de Laciana, los Azcarate, la diáspora intelectual...) para intentar entender el mundo de este creador universal.
La exposición recoge piezas, algunas inéditas hasta la fecha, entre las que se encuentran bocetos y dibujos, ejercicios plásticos de técnica mixta, collages, pinturas, estampas editadas con las más diversas técnicas que utilizó resaltando la litografía, los libros, las esculturas en bronce, en piedra, la cerámica o varias piezas que sirvieron para decorados escenográficos. Porque Arroyo fue también un innovador en la puesta en escena teatral, con una estética que no dejaban indiferente a nadie, y menos al espectador.
La muestra quiere ser «un relato secuencial construido alrededor de cuatro escenas narrativas, a lo largo de las cuales cobra especial relevancia su conexión con Robles de Laciana, que articulan sintéticamente la vida y la obra de Eduardo Arroyo en un diálogo fluido y directo con el espectador», explican sus organizadores. «Esta muestra presenta un conjunto de cuatro bloques estructurados de forma diferenciada entre sí, que parten de un sentido escenográfico en el tratamiento de la obra y del montaje, y acompañado de vídeos y sonidos ambientales referentes a situaciones». Los cuatro bloques se relacionan por medio de hilos conductores que conectan unos con otros por medio de obras que sirven de puentes y puntos de tránsito.
Un primer bloque dedicado a la influencia de la localidad de Robles de Laciana en la infancia de Eduardo Arroyo y su rememoración en su obra vital: Las moscas, Los deshollinadores, El rey de la noche, La Muezca, El lobo, El toro, La vaca, El jabalí, etc; un segundo bloque relacionado con el autoexilio, su huida a París, la construcción y consolidación de sus posiciones políticas y críticas con la pintura como gran arma; un tercer bloque que versa sobre el fin de la dictadura y su vuelta a España, la reconciliación con Madrid, y la vuelta a Robles de Laciana; y un último sobre la muerte, las vanitas, las últimas obras, con una pieza pictórica última sin finalizar, como si fuera un gran brochazo de vida y concepción del arte. Arte siempre universal.
El acto de inauguración, mañana, está abierto al público y consistirá en un recorrido en el que se desglosarán los detalles y entresijos de las creaciones del artista guiado por Luis García, comisario de la muestra y director de arte del Instituto Leonés de Cultura (ILC). Asimismo, a este acto acudirá una nutrida representación de la familia del artista encabezada por Isabel Azcárate, viuda de Eduardo Arroyo; acompañada por Emilio Martínez, vicepresidente del Instituto Leonés de Cultura; y Concepción Fernández, directora del área de museos, patrimonio y cultura de la Fundación Ciudad de Energía.
La muestra, aunque no lo diga el catálogo de presentación, es un acto de justicia con un artista injustamente tratado en su tierra. Eduardo Arroyo descansa en Robles de Laciana. Quiso que fuera su principio y su final.