Una reliquia que resiste en tiempos del Bizum y las criptomonedas
La última caja registradora de la Ciudad del Dólar
Casa Brindis, la mercería más antigua de Ponferrada, sigue usando una máquina National de cien años con adornos de acero Art-Decó y engranajes de palanca y manivela para cobrar en metálico

Julio Álvarez, junto a la caja registradora National de estilo Art-Decó fabricada en los Estados Unidos hace cien años.
En Casa Brindis se paga en metálico. «Precio Fijo. Ventas al Contado», pone un cartel en la pared del fondo. Una señora que entra por la puerta hace sonar la campanilla en el umbral y le pide a Julio Álvarez, el dueño de la mercería más antigua de Ponferrada en la avenida de la Puebla, que le remache un botón. Y Julio, que a sus 69 años no tiene ninguna intención de cerrar un negocio que parece salido de los días de la Ciudad del Dólar, aquella Ponferrada de posguerra, le arregla el botón en una máquina remachadora, le cobra un euro con ochenta céntimos, y deja que las monedas repiqueteen al caer sobre el cajón de madera noble de la vieja caja registradora.
Y no es una caja cualquiera. Es una pieza de museo que no ha dejado de funcionar en cien años. En los días de las criptomonedas y de la Inteligencia Artificial, de la guerra de aranceles que pone en peligro el libre comercio, del pago con Bizum a través del teléfono que ha dejado vieja a la tarjeta de crédito, Álvarez sigue usando una máquina National fabricada en los Estados Unidos hace un siglo, con la mecánica adornada con filigranas de acero de estilo Art-Decó, con palancas para marcar los cobros y una manivela para abrir el cajón. Una máquina que no necesita ningún software, ningún enchufe para que sus engranajes funcionen como el primer día. «Solo le hecho un poco de aceite de máquina de coser dos veces al año», cuenta Julio Álvarez, el dueño de la última caja registradora de la Ciudad del Dólar.
«En esta misma calle, había dos como esta —explica el comerciante—, una en la Ferretería Villarejo y otra en El Sol, pero las cambiaron por otras más modernas». Su padre, Brindis Álvarez, la compró «de tercera mano» cuando en 1939 abrió su negocio en el edificio de la casa natal del locutor Luis del Olmo. «Allí estuvo tres años , mientras construían este edificio», cuenta Julio mientras atiende a otra cliente que viene a recoger un pantalón al que le ha cambiado la cremallera.
Julio le da a la manivela, se abre el cajón, y un billete de veinte euros cae en el lugar que le corresponde. La vieja National sigue haciendo su trabajo. «La máquina venía en dólares y solo marcaba 99,99. Con los últimos años antes del euro nos dio la lata porque si hacías una venta de mil pesetas tenías que darle cuarenta vueltas», añade. Con el euro, los cobros volvieron a la normalidad.
Con adornos de acero sobre tinta negra, la vieja National funciona como una suerte de linotipia, porque cuenta con una cinta de cartón y un cartucho de tinta para imprimir en los tickets de compra el nombre de Casa Brindis compuesto en tipos de metal. «Eso ya no lo usamos», explica Julio. Ya no hay repuestos.
Julio Álvarez se hizo cargo del negocio familiar en 1979, después de servir tres años en una unidad de boinas verdes, la Compañía de Operaciones Especiales 103 en Las Palmas de Gran Canaria. Aficionado a las motos —tiene una Ural rusa sidecar—, saxofonista del grupo Smokey Blue, ya solo abre por las mañanas, dedica los ratos muertos a montar una maqueta de tren, y no acepta encargos complicados. «Antes trabajaba para el banco y ahora trabajo para mí», dice. Porque no tiene ninguna intención de cerrar la tienda que montó su padre hace 86 años. «La alternativa es andar por los bares y aquí estoy como Dios», añade. Y coge una llave, retira una tapa metálica de la National y le enseña al periodista los engranajes de la caja registradora, una máquina hecha para durar.

Julio Álvarez, junto a la caja registradora National de estilo Art-Decó fabricada en los Estados Unidos hace cien años.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Álvarez muestra los engranajes de la máquina, que funciona como el primer día.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Cinta de cartón para imprimir los tipos metálicos con el nombre de Casa Brindis en los tikets.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, junto a la caja registradora National de estilo Art-Decó fabricada en los Estados Unidos hace cien años.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, junto a la caja registradora National de estilo Art-Decó fabricada en los Estados Unidos hace cien años.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, junto a la caja registradora National de estilo Art-Decó fabricada en los Estados Unidos hace cien años.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Máquina de coser Sigma, otra pieza de museo.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, con su maqueta ferroviaria, en la misma tienda.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, en plena faena con un remache.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, en el taller de la tienda.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Julio Álvarez, entre hilos y cajas de botones.
La caja registradora centenaria de Casa Brindis en Ponferrada

Casa Brindis abrió en 1939 en la avenida de La Puebla, y desde 1942 ocupa el local actual.