Jabalíes sobre el asfalto

Una decena de conductores se ha encontrado con ellos en el último año, según los datos del coto de caza de San Miguel de las Dueñas, quizá el principal damnificado por el paso de los jabalíes en la A-6 y en la N-VI, porque tiene que hacer frente a las indemnizaciones que una y otra vez le reclaman los accidentados. Con 52 socios, el coto, que ocupa una extensión de 630 hectáreas de terreno a ambos lados de la autovía y de la N-VI, acaba de pagar 700.000 pesetas por los daños que sufrió un Peugeot que en la noche del pasado 28 de junio se llevó por delante a uno de los incontrolables paquidermos. Y a parte del percance del BMW, todavía tiene que hacer frente a otro proceso judicial por un accidente en la N-VI, según reconoce el secretario de la asociación, Camilo Palmeiro. «Y menos mal, porque sabemos que ha habido cuatro o cinco camioneros que han golpeado a los jabalíes y no se han parado a denunciar». Seis mil euros por siniestro La reiteración de los accidentes con la apertura de la A-6 está desquiciando a los socios del coto. «Estamos sufriendo seis o siete accidentes por año y el coste medio de cada uno de ellos viene siendo de seis mil euros. ¿Cómo podemos hacer frente a esas cargas si las compañías de seguro no se hacen cargo de los accidentes en autovías o carreteras nacionales?», se pregunta Palmeiro. Los socios del coto de San Miguel, que no tienen autorización para cazar jabalíes, ya han solicitado al Ministerio de Fomento que repare las vallas metálicas en la zona del Montearenas que los animales siempre utilizaron como paso, y por donde «cabría una vaca», asegura Palmeiro después de mostrar a este periódico el hueco abierto entre la ladera y el alambre. El coto también pretende que la Junta de Castilla y León organice batidas ante la proliferación de jabalíes en la zona, como ya solicitaron el pasado otoño las pedanías del vecino municipio de Castropodame, hartas de los constantes desperfectos que el animal ocasiona en fincas particulares. Y el razonamiento que emplea Camilo Palmeiro para justificar la urgencia de las batidas no deja lugar a dudas. «Somos un coto de caza menor, sólo podemos abatir conejos, y nuestros conejos, que sepamos, no producen daños de esa cuantía», se queja.