Reinventemos el carnaval

MUCHOS son los temas de actualidad que me apetecía esta semana comentar en este híbrido entre columna de opinión, chascarrillo cotilla y diario juvenil-universitario a pesar los años de quien les escribe. La precampaña y sus efectos en nuestra zona, la tregua selectiva de ETA, la presentación por estos lares del libro de Millás sobre el caso Nevenka-Ismael (con un par), las barbaridades que la televisión se inventa a diario para entretenimiento del vulgo y que a uno le van transformando poco a poco en una especie de hijoputa que se mofa de todo. Sin embargo, como si de una especie de aparición se tratara, he visto la luz y quizá me encuentre enajenado, pero me doy cuenta de que todo, en el fondo, es lo mismo más o menos. Que odio tanto como necesito de las barbaridades de estos nuevos ideólogos marcianos, paletiles «borderline» y sin pudor que acusan en mayestático y sin pruebas. Que disfruto a diario de la capacidad de insultar y mentir, aún ridiculizándose, que tiene Aída y Cia. Que esa vergüenza ajena y cabreo que antaño sentía por tales menesteres, poco a poco se ha disipado. Que he adquirido tal capacidad de fascinación por la violencia de esos analfabetos funcionales (aquellos que sabe leer y escribir pero que no lo practican desde hace siglos) que ejercen de torquemadas amorales con el resto, para nuestro divertimento, que no puedo pasar sin ellos. Que necesito a diario sus dosis de infamias. Que Salsa Rosa y Crónicas Marcianas me flipan tanto como los informativos donde Zapatero ridiculiza a Rajoy y viceversa, mientras un puñado de energúmenos les ríen las gracias y los beatifican. Me atrae la maldad, la intolerancia y la interesada moral, falsa y doble, que vemos en la precampaña, en los programas amarillos, en cualquier lugar. Que me han idiotizado y maleado y yo me lo he tragado todo sin protestar. Todo sirve de excusa para humillar al de al lado y yo, miembro del vulgo, me como este pan y Circo del siglo XXI. Que si ETA anuncia una tregua en Cataluña, como maniobra barriobajera, eso no sirve para la unión de los demócratas si no de excusa para insultar al partido de al lado con el fin de ganar votos. Que ETA mata a quien sea, pues a utilizarlo en público y derramar lagrimitas, pues fijo que te has ganado otros doscientos votos. Y yo me emociono ¿Así nuestro país? Ahora llega el carnaval y deberemos reinventárnoslo porque los conceptos negro, burlesco y de infamia tan propios de estas fechas ya los tenemos a diario ¿ O no?