Los niños son protagonistas en la procesión del ángel de la guarda

El demonio es el personaje principal de este cuento, pero este cuento también tiene un personaje secundario situado a la derecha del demonio. En el centro del altar de la pequeña capilla de Paraxís se encuentra San Miguel Arcángel, el ángel de la guarda que protege a un niño pequeño que se abraza a él, lo que representa, según nos relataba Julio, «a un alma que iba seguida del demonio y que se le apareció el ángel para defenderlo». Esta es la razón por la que todos los años la procesión se llena de madres que llevan a sus hijos de la mano a ver al santo. Al menos es así como recuerda Manolo parte de su infancia, de mano de su abuela y con la merienda bajo el brazo en procesión a Paraxís. El ángel también tiene sus leyendas, y una de ellas, contada por Julio, es la que cuenta que en tiempos de la Guerra Civil, un escapado que se refugiaba por estos montes entró en la capilla y le quitó la vela del altar al ángel. Éste, advirtiéndole de que no lo hiciera, le dijo «tú vete por tu camino que yo iré por el mío». El escapado salió de la capilla y prosiguió su marcha. Al entrar en Pumarín, uno de los pueblos vecinos de Paraxís, un soldado armado con un fusil y escondido detrás de una pared, le disparó cinco veces. La leyenda cuenta que de las cinco balas que el soldado disparó contra el escapado, tres le entraron por la boca. Servando es un hombre muy risueño, encantador con las visitas y está muy orgulloso de custodiar el tesoro que se esconde tras la puerta que abre su llave. La capilla, recientemente reconstruida, está situada al final del pequeño camino que recorre el pueblo. Mucha gente se acerca hasta el altar del ángel, sin olvidarse nunca del demonio que mira vigilante a todo el que se acerca.