Sobran denuncias y palabras

ES de esperar que la reunión que mantendrá mañana la Junta de Seguridad de Ponferrada sirva de punto y final para la inoperancia y desidia con la que las autoridades, empezando por el alcalde de la ciudad y el subdelegado del Gobierno, están tratando el problema de orden público que genera la proliferación de bandas juveniles en Ponferrada en general, y en barrios como el del Temple muy en particular. Si hasta ahora no ha ocurrido «nada», y cuando digo nada pienso en vidas arruinadas, ha sido porque el azar o cualquier dios, no lo han querido. Nadie parece ver desde hace ya tiempo que en zonas como el Temple hay negocios -no sólo de hostelería- que venden alcohol a menores; otros que reúnen a escolares a todas las horas del día sin que nadie tenga en cuenta la obligatoriedad de la educación en este país hasta cierta edad. Y tampoco, presos de una bochornosa y negligente adhesión a lo políticamente correcto, se quiere denunciar que gran parte de los nuevos matones juveniles proceden de incipientes corrientes migratorias, como las colombianas. Pero ya no es posible divagar más.