Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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EN EL BIERZO, como en la mayor parte de nuestro país, la gente no tiene el hábito del té. Suele tomar café. Somos cafeteros, en vez de teteros. Aunque en los últimos tiempos, quizá por influencia árabe, comienzan a proliferar las teterías, sobre todo en ciudades como Granada o Almería. También en la capital del Reino hay varias con sabor moruno. Me gusta la Medina Mayrit, que hace honor a Madrid, en la calle Atocha, esquina con la Plaza Jacinto Benavente. Las teterías son lugares espléndidos, donde uno se siente muy a gusto. Una tetería en Ponferrada nos vendría bien. Por lo demás, la costumbre del té es bien inglesa. Como dice el amigo Abel, que vive en Gales desde hace años, en tierras británicas la gente se alimenta, además de las consabidas patatas fritas y chocolatinas, con agua caliente. Y no le falta razón. Para matar el gusanillo los inglesitos toman tanques de té, incluso de café bien aguado. Agua teñida de negro, porque ni siquiera el café es auténtico, sino achicoria o alguna mixtura rara. No sólo los ingleses le dan al té, también están los islámicos, al menos nuestros vecinos los marroquíes. El ceremonial del té es bien conocido en este país, y sobre todo el del té a la menta o té con hierbabuena. La ceremonia del té es sagrada. Si alguien tiene la amabilidad de invitarte, no debes rechazar la invitación. Los bereberes, que viven en el desierto, están todo el día tomando té, lo cual resulta bien refrescante, y muy saludable, habida cuenta de los últimos descubrimientos científicos realizados, cómo no, en un Centro de Inglaterra y en la Universidad de Murcia. Aunque hace tiempo que se sabe que el té verde es beneficioso para la salud, ahora se ha confirmado a través de estas investigaciones publicadas en la revista Cáncer Research. Al parecer, un componente químico, que está en las hojas de este té, logra inhibir el crecimiento de células cancerígenas. Por tanto, el té verde se empleará en un futuro como fármaco anticancerígeno. Aunque me gusta el café, y suelo tomarlo cada día, también me agrada el té. Lo tomo sobre todo cuando viajo a lugares donde es costumbre esta bebida. Adonde fueres haz lo que vieres, dice un proverbio bien castizo. Y uno, en la medida de lo posible, suele adaptarse a los diferentes contextos. Si bien no resulta fácil cambiar los hábitos, pues la voluntad, por mucho que se diga, suele estar en función de las circunstancias, a partir de ahora procuraré darle al té verde, aunque no abandone el café.

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