Un tren para las viñas

HAY MUCHAS maneras de pasar una tarde de verano, leyendo en casa con el fresco del aire acondicionado, en la piscina luciendo el cuerpo serrano, jugando a las cartas en la terraza del bar o durmiendo la siesta. En mi caso, no es que desprecie estas actividades pero, encuentro muy atractivo el hecho de ponerme un sombrero e ir a pasear por las viñas, más en esta época donde se sabe como va a venir la cosecha. El domingo por la tarde, lo hice aún siendo una temeridad salir a la calle por el calor que hacía, pero tenía interés por comprobar in situ cómo estaba el viñedo después de las tormentas y el calor. Tal y como me imaginaba no había tantos destrozos como me habían contado, me hablaron de viñas enteras asoladas, por mildiu, black rot y varios tipos de podredumbre, aunque algo había. Desde luego, donde más afectaron estas enfermedades, fue en Galicia, especialmente Ribeiro, Monterrei y Ribeira Sacra, donde se habla de catástrofe y de ayudas económicas a los afectados. Dice el refrán que «cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar»; en El Bierzo, no tardará mucho en atacar de manera agresiva, estas enfermedades se extienden como la pólvora. La profesión de viticultor sigue dependiendo del libre albedrío del cielo. ¡Dios proveerá¡ Al final de la tarde me acerqué a Canedo, más por disfrutar de las privilegiadas vistas desde el Palacio que por seguir con las viñas. También allí había afectado algo la enfermedad, pero en mayor medida el granizo. Subir a Palacio Canedo, siempre está lleno de sorpresas: las instalaciones crecen, los cultivos también y es que Prada se reinventa así mismo continuamente, es abierto de mente, escucha y no se le escapa ni un detalle. Confieso que esta vez me dejó sin palabras, al ver su último invento el «Carroviñas», tren ideado para que los visitantes a Palacio puedan visitar las viñas sin fatigarse: a los turistas no les gusta andar. Tuve el privilegio de subir en el tren conducido por el propio Prada y hacer visita turística por las viñas que finalizó en una de las zonas más altas, donde José Luis ha construido una piscina para sus empleados: un lujo. Me acuerdo que hace dos años visité la Borgoña, me impresionó la importancia que los franceses dan al viñedo. Por aquel entonces me llamó la atención un tren turístico que recorría las viñas con japoneses haciendo fotos, pensé en ese momento si algún día, semejante invento llegaría al Bierzo, pues bien ya ha llegado de la mano de ¡Prada. A Tope!