Diario de León
Publicado por
JOSÉ A. ÁLVAREZ FIERRO
León

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CAVAS aparte, menos mal que el pavo, el botillo, las uvas, los polvorones o el turrón del que uno ha dado cuenta en estas siempre consumistas fiestas navideñas no estaban politizados, pues el virus de la politización avanza con pasos de ave zancuda y amenaza cruelmente con infectar todos y cada uno de los rincones, por recónditos que sean, de la mísera y desdichada especie humana. Mientras se localizan cuerpos de inocentes asesinados por la sinrazón de unas mentes perturbadas y totalitarias, quienes deben exhibir más que nunca el imperio de la razón, la cordura, la valentía y la unidad, olvidándose de la calculadora electoral, se obcecan en hacer méritos para hacerse con el papel, en este caso «papelón», de una película de mal gusto por la que el sufrido público no está dispuesto a pagar un duro, por mucho que sus tristes protagonistas se pasen repitiendo las tomas día tras día. Y si ya la politización trata de abarcar hasta las emociones y sentimientos más hondos y sinceros de nuestros semejantes, ¿qué hay de la libertad de movimientos y desmarque dentro del terreno de juego de los propios partidos? Desde la defensa a la delantera se comportan como robots que asimilan automáticamente el mensaje oficial emanado de la jerarquía orgánica superior -por injusto, irracional y no compartido que sea- y, ala, a repetirlo allá por donde van. ¿Es que acaso ya no quedan de esos que, cuando la ocasión así lo requiere, son capaces de romper la línea o disciplina de partido, cuando esa línea y esa disciplina son erróneas? Claro que, en un gremio cada vez más ensimismado en su burbuja, alejado del común de los mortales, y con una perniciosa y excesiva preocupación de 'sus' problemas y batallas internas, lo que digan los de a pie¿ como si lo dicen a caballo, en bicicleta, en moto o por tamtan. A pesar de que nosotros, los de a pie, no estamos locos y sabemos lo que queremos, como dice la canción. Necesitamos, demandamos y exigimos representantes públicos que, como el propio término indica, representen las voluntades ciudadanas, siendo capaces de unirlas en una sola dirección cuando la situación así lo requiera. Queremos representantes pendientes de la ciudadanía, y no dependientes de balanzas o calculadoras de votos. ¡Qué ingenuas palabras! Pensaréis. Cierto. Pero quizás sólo con la ingenuidad e inocencia de un niño que escribe su primera carta a los Reyes Magos se pueda inducir al menos a la reflexión.

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