Diario de León
Publicado por
JOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ
León

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AUNQUE José era pobre y p.p. es decir currante y padre putativo, su recuerdo ha sido desplazado por el llamado día del padre, otra jornada programada para hacer o recibir regalos. Sin tiempo para reponerse de los del día de la madre, de los navideños y de año nuevo, del día de san Valentín, del cumple años o del santo etc. etc., esta última sacudida comercial obligatoria la habrá sufrido el menguado presupuesto de los vástagos y de aquellos que a la vez son padres sin dejar de seguir siendo hijos. Como ya demostró el clásico que lo que huele bien no siempre huele bien, una intensa marea de diversos aromas encontrados, colonias y sprays a veces incompatibles entre sí, conviven en los roperos y repisas con la variopinta colección de pañuelos y corbatas que la mayoría nunca saldrán del armario. Por eso los pisos parece que van encogiendo, se nos van quedando cada vez más pequeños, comprobado que los metros que habíamos escriturado no eran útiles y que cada vez más cosas inútiles se disputan ese espacio vital donde el minimalismo ya no será posible y menos con el advenimiento de las tiendas de los chinos. Historias cortas que podrían titularse «el hombre que caminaba de costado», «la mujer que no tenía nada que ponerse» o «el regalo bumerang» se podrían multiplicar por cien a poca predisposición que uno tenga para la fabulación. Porque además de los días de regalar, están los viajes de acopio de cosas innecesarias. Vayas a Valporquero, a Fátima o a Cancún, regresarás con algún objeto que dificulte la libre circulación por casa de familiares y amigos, no digamos si alguien es aficionado a visitar Chaves o Vila Nova da Cerveira. Hasta los peregrinos van o vienen de Compostela cargados de conchas, cayados y botafumeiros. Precisamente una de las circunstancias que hacen próspero y entretenido el camino de las estrellas es ese virus de comprar cosas inútiles que suele atacar a los peregrinos, aseguran los expertos en poner a su alcance todo tipo de baratijas relacionadas con la tradición jacobea o con la miniatura del zueco y la galocha. Algunos andarines consumen como los cosacos bebían. Esto no lo digo con ánimo constructivo, pues de momento no hay alternativa a tan lamentable situación, ya que medio mundo no tiene ninguna capacidad de consumo. Mientras la Universidad de León investiga las «nuevas pobrezas», la columna de hoy es, como diría Neruda, una canción desesperada.

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