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El alcalde trabajará para mitigar el problema y con vistas al futuro Un rollo de papel higiénico para toda la familia

La falta de luz y agua potable en las viviendas no es el único problema. No tienen dinero ni para un «pack» de cuatro rollos

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El alcalde de Corullón, el socialista Luis Alberto Cobo, admitió ayer que el Ayuntamiento se encuentra casi inerme a la hora el desembarco de búlgaros que se ha producido esta campaña. Pero refutó las acusaciones del portavoz del PP sobre la pasividad municipal en el tema. «Pasividad en ningún caso», rechazó el primer edil. «Vengo tratando de solucionar el problema en la medida de nuestras posibilidades, pero el Ayuntamiento no puede legalizar a esta gente. Es más, algunos ni está claro que tengan el carné de ciudadanos europeos. Pero yo creo que los que trabajan lo hacen legalmente», añadió. En todo caso, Cobo emplazó a la oposición para que si tienen tantas soluciones las aporten en el pleno que celebrará el jueves y en el que se informará sobre el asunto. «Vamos a ver qué propone el señor del PP», le retó. Reunión con el subdelegado De otro lado, el regidor explicó que intentará mantener un contacto urgente con el subdelegado del Gobierno no ya para tomar medidas urgentes y procurar normalizar la situación de las familias búlgaras y de los posibles empleadores agrícolas. Aunque a su juicio, la Subdelegación ya hace meses que ha venido reclamando prevención. Cobo lo que pretende que de cara al año que viene es que el Ayuntamiento pueda estar más preparado, «porque lo que no tenemos es espacios para alojarlos». Y con los arrendatarios «Lo que sí voy a tener es otra reunión», reveló airado, «con los vecinos que les han alquilado viviendas, que no tienen ni saneamiento, ni agua, ni por las que pagan siquiera la contribución». La situación de muchas de las familias que han acampado en Corullón desde hace semanas en busca de empleo en la vendimia, antes en la fruta y luego en la castaña, roza la miseria. Sobre todo de quienes aguardan una regularización que no eche para atrás a sus empleadores. Las viviendas sin luz o agua potable, «cuadras y chabolas» como catalogan muchos vecinos a las edificaciones que ocupan grupos de hasta quince o veinte personas, no es el único problema. El dinero con el que aguardan un trabajo temporal y más o menos remunerado es tan exiguo que las escenas de pobreza se suceden para perplejidad de los lugareños. «El otro día entraron unos niños en una tienda para comprar papel higiénico, pero sólo querían un rollo. La dependienta les insistía que tenían que llevarse el pack de cuatro, pero los chavales le hicieron ver que no tenían más», relata de primera mano un testigo.

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