Un «Majara» berciano en la constelación de Michelin

Los vinos de calidad del Bierzo abundan cada vez con mayor profusión en las cartas de los restaurantes más suntuosos del orbe. Pero el caso del Almázcara Majara es de los más singulares. Este vino, en la mejor tradición de las elaboraciones de garaje que en España tienen sus máximas expresiones en el Pingus o incluso en el Paixar berciano, sólo es posible disfrutarlo en algunos de los templos culinarios de la constelación Michelin salvo que en Ponferrada aún quede alguna botella en la vinoteca de Benito Otero, en De Floriana o la cafetería Museo. Las 3.000 botellas del 2004, la única añada que existe, están todas vendidas. Y pueden saciar la extravangancia o la curiosidad del cliente de algunos de los dos estrellas Michelin de Estrasburgo como Le Crocodile o Le Buerehiesel, o del Dom de Sao Paulo, «el Bulli de Latinoamérica». Quien puntualiza de ese modo es Javier Álvarez, uno de los padres del Majara, junto a Benito Otero y Raúl García. Javier es un empresario catalán, de familia berciana, que por su trabajo en una multinacional posee una agenda de contactos perfecta para que este mencía acunado durante doce meses en barricas de roble francés despierte pasiones en los más finos restaurantes de Milán, Shangai, Hong-Kong, Hamburgo o París. Porque además de resultar complicado encontrar una de las 3.000 botellas, el precio se dispara en la mesa por encima de los 70 o los 80 euros. La añada 2005, adornada también con la etiqueta artística de Josep Moscardó, está a punto de presentarse de la mano de la distribuidora Uva a Uva. Las mismas uvas de los viñedos viejos del entorno de Almázcara (Congosto) y el mismo garaje elaborador -el sótano de la casa familiar-. Javier, socio del sibarita Fum Club, se fuma un puro confiado en que el cóctel mencía, marketing Bierzo y saber hacer, depare pronto un nuevo éxito de ventas.