Diario de León

| Reportaje | Historia de músico polifacético |

El acordeón sonó 60 años después

A sus 80 años, un vecino de Espinareda, con una larga trayectoria profesional en América, rememoró en el pueblo de Prado de Somoza la primera fiesta en la que tocó con su orquesta

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Manuel Félix - ponferrada
Ponferrada

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¿A quién no le gustaría rememorar los sesenta años de su primera vez? El pasodoble El mundo , el tango La cumparsita , la rumba El carbonero , el fox Santander y el fox lento Beguin de beguin sonó ayer imponente 60 años después en el pueblo prácticamente deshabitado de Prado de la Somoza (ahora conocido como Prado de Paradiña, en el municipio de Villafranca). La música la puso la acordeón de un hombre vitalista, José Zapico Canga, que a sus 80 años ha querido rememorar con una fiesta su bautismo musical en su orquesta, precisamente hace seis décadas en el citado pueblo. Su acordeón, una Paolo Soprani 120 bajos, -algo así como un stradivarios en violín o un maquinón de alta gama en automóvil-, sonó como nunca. Pepe el acordeonista, un asturiano que vive en Vega de Espinareda y que tiene girones de historia viva de dos siglos, quiso matar el gusanillo de aquel primer recuerdo profesional de su orquesta. Y lo hizo con el pueblo reunido en Prado de la Somoza, y un compañero de 84 años a la percusión. Bienvenido, un hombre también con historia y con el mérito de tocar el bombo de la batería con la pierna izquierda, puesto que la derecha la perdió y la tiene ortopédica. Pepe el acordeonista hace sesenta años se inició profesionalmente en la música de orquesta en este remoto pueblo del Bierzo, pero con la música prácticamente se ha ganado la vida. Viajó a América, estuvo en la República Dominicana y allí creó una empresa de autobuses. Pero las cosas no le fueron como esperaba. No se hizo rico, como sí lo hicieron otros compañeros gallegos, y entonces decidió que lo suyo era la música y se enroló en numerosas orquestas, con la que viajó por muchos lugares. Ahora llegó el descanso del guerrero musical y también los momentos de añoranza. Ayer, mitigó parte de esa añoranza con la fiesta en este pueblo que quiere renacer de sus cenizas. Había pulpo y hasta un templete, que al subir los vecinos para la foto, se hundió un poco por culpa de la tierra mojada. Todos disfrutaron de la leyenda de Pepe y Bienvenido.

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