Diario de León

Reportaje | pacho rodríguez

Prada premia a Pepe Carralero

El bodeguero convirtió Madrid en un rincón del Bierzo para agasajar al pintor

Guerra Garrido acompañó entre aplausos la entrega de la castaña de oro a Carralero .

Guerra Garrido acompañó entre aplausos la entrega de la castaña de oro a Carralero .

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José Luis Prada volvió a hacer de Madrid un rincón berciano para premiar con la Castaña de Oro a José Carralero, pintor y catedrático de la Universidad Complutense, y más de Cacabelos que nadie, casualmente como el impulsor del galardón. La fiesta, con castañas, embutidos, empanadas, postres, vino de la casa, es decir, Prada a Tope en estado puro, reunió a un buen número de la gente del Bierzo que vive en Madrid.

Y también a los de la comarca que no residen en la capital, que tampoco quisieron perderse un acto que es tan sentimental como ejercicio de reafirmación del espíritu berciano. Así, se pudo ver a Luis del Olmo, un clásico de este encuentro, y excelente anfitrión a la hora de dar la palabra con el placer de escuchar la suya. Que en este caso, para Del Olmo tuvo la importancia de recordar a los que ya no están, como Feliciano Fidalgo y Antonio Pereira. Otros ilustres asistentes fueron Juan Pedro Aparicio, Raúl Guerra Garrido, Juan Carlos Mestre o José Luis Ramón, el villafranquino Humberto López o Jesús Egido. O la presencia femenina destacada en la figura de Rosa Basante.

Para José Carralero, el homenajeado, fue una jornada de emoción. En parte, según afirmó, «por la propia filosofía de lo que dice el premio, eso de los bercianos que hacen Bierzo dentro y fuera». En ese sentido, Carralero aseguró que a él cuando lo ven le dicen: «Sea en San Petesburgo o en donde sea, por ahí viene el berciano». Y recordó el artista que un día se le caían las lágrimas de la emoción al oír a un granadino hablar del Bierzo como si fuera un paraíso, sin saber que él procedía de aquí. Para Prada, a tope como siempre, la jornada de ayer sirvió para hacer feliz a la gente. Y tuvo tiempo para recordar a Antonio Pereira: «La calidad humana de Antonio no tiene precio».

Y así fue transcurriendo la noche, como señaló Luis del Olmo, «a la vera de la castaña, lejos del kilómetro 0 del Bierzo, pero todos juntos». Y Madrid fue una vez más ese lugar entrañable, un rincón del Bierzo.

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