Diario de León

El Valle no cree su propia muerte

Malestar de los vecinos de la zona más cercana a la. central por el vaivén de declaraciones oficiales.

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N. E. / Quintana Martín Galíndez | burgos
León

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Escepticismo, incredulidad e incertidumbre. Son los adjetivos que definen los sentimientos de los vecinos del Valle de Tobalina. Son tantas las noticias que han leído, escuchado y visto durante los últimos meses que el anuncio del ministro de Industria de declarar el cierre de la central, la empresa que ha hecho que el valle sea lo que hoy, aportaba sólo más dudas a sus vidas y bastante malestar.

Rocío Cuesta Robador, esta vecina de Quintana Martín Galíndez aseguraba que el baile de titulares «molesta bastante». «Decidan lo que decidan que se pongan de acuerdo, yo todavía no me creo que la fecha definitiva sea el 6 de julio».

«Muchas subcontratas llevan haciendo ERE los últimos meses, por ejemplo la de limpieza y la gente no puede estar así», explicaba. Puestos en el escenario del cierre, Rocío Cuesta afirmaba que el futuro del valle será «complicado», porque hay pocas alternativas económicas. «Aquí agricultores importantes, hay cinco. La mayoría de la población vive directa o indirectamente de la central».

Leyre Gómez es madre de un niño de menos de 3 años y afirma que el cierre de la central pone en peligro servicios de los que vienen disfrutando en el Valle de Tobalina en los últimos años. Sin ir más lejos, la guardería y la posibilidad de disponer de un médico las 24 horas del día. «La central es la principal industria de la zona y, a través de los impuestos, y de las ayudas hoy tenemos un montón de servicios de los que no disponen en otras comarcas».

Un grupo de jubilados juega a las cartas y no da la partida por perdida, consideran que es más «un pulso entre los unos (Nuclenor) y los otros (el Gobierno)». Al menos, piensan que, por tranquilidad de los vecinos del valle, es mejor que el cierre sea por motivos económicos que no de seguridad, por lo que podría representar lo segundo para toda la zona.

Sin embargo, piensan que es «injusto» que por cuestiones de dinero una empresa diga adiós. Abilio y Faustino creen que «los jóvenes van a tener que emigrar ya sea fuera de la provincia o al extranjero».

Eduardo y Federico son trabajadores de una de las subcontratas que atienden la central: Norca Intertek, una empresa de ingeniería de Cantabria que lleva años trabajando en cuestiones de mantenimiento para Nuclenor en Santa María de Garoña.

Ayer, a las 14.30 horas, al concluir su jornada laboral expresaban que mantienen la esperanza de que el último anuncio del ministro no represente el cierre definitivo. «Llevamos meses viviendo con incertidumbre y cada día que pasa las noticias son peores», aseguraban estos trabajadores.

«Hace 15 o 20 días teníamos cierta esperanza cuando la empresa pidió una prórroga para pensar si continuaría o no», añaden. A pesar de que en el actual panorama, pinte más un adiós que un hasta luego, estos trabajadores creen que tras el 6 de julio igual se puede volver a solicitar la continuidad. «Es una pena», asegura Eduardo Verduras.

Juan Antonio Cayado es un vecino de Sestao que conoce bien las bondades del Valle de Tobalina, un lugar ideal para descansar. Opina que el tema de Garoña es «peliagudo». Entiende los argumentos de los ecologistas sobre los riesgos, sin embargo se muestra preocupado por las consecuencias del cierre para los trabajadores. «La central es la forma de vida del valle».

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