Diario de León

opinión | el invento del maligno

Acusados

Publicado por
José javier esparza
León

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El invento del maligno

Fracaso del mes: el retorno de Acusados , esa serie de intriga entre política y criminal que protagonizan Blanca Portillo y José Coronado en Telecinco. En su primera temporada , Acusados tuvo unos resultados no arrasadores, pero sí decentes. Ahora la cadena ha estrenado una segunda temporada y la cuota de pantalla ha sido desoladora: un 10%, que es lo menos que se despacha. ¿Merece Acusados semejante coscorrón? Quizá no, pero así está el paisaje. La forma en la que se produce tele ahora es absolutamente letal para la creación. Entre otras cosas, se ha hecho del todo imposible que el público eche de menos una serie, que desee su retorno, que espere una reposición. En unos casos, porque los canales no se atreven a dar una segunda oportunidad; en otros, porque los canales encargan más y más temporadas sin dar tiempo a que el público las pida. La verdad es que no es posible culpar de esto a los canales: ellos son sólo una parte de esa rueda enorme que ya absorbe al conjunto de las industrias culturales. Lo mismo pasa en la industria libresca: el autor que tiene éxito queda obligado a producir dos o tres títulos al año; sería ingenuo esperar que esos títulos vayan a tener la misma calidad del primero. Hace sólo 20 años, un «retorno» era un acontecimiento: el público te esperaba.

Ahora, no: el público -"o quizás el mercado-" necesita consumir incesantemente, y al creador más le vale adaptarse al mecanismo, porque, de otro modo, desaparecería del mapa. Quizás la causa del fracaso de Acusados es que su retorno se ha pospuesto demasiado tiempo. Cuando terminó, pocos esperaban el regreso de una historia que tampoco fue un éxito histórico.

Ahora, tantos meses después, el producto estaba simplemente olvidado o, peor aún, todos lo recordábamos como algo prescindible, porque el propio circuito del consumo había prescindido de él. Esto, naturalmente, es injusto para todo el mundo: para los actores, para los productores, para los guionistas, también para el público. Pero así es como funcionan las cosas en este vertiginoso mercado de lo efímero.

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