Diario de León

Crónica | m. ángel nepomuceno

¡Mi reinopor unas corcheas!

La Sinfónica comunitaria abrió ayer los actos del 1.100 aniversario del Viejo Reino

La Sinfónica de Castilla y León inició ayer la programación de «Raíces».

La Sinfónica de Castilla y León inició ayer la programación de «Raíces».

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Parafraseando al rey Ricardo III en la batalla de Bosworth, que al verse descabalgado y a merced del enemigo ofrecía desesperadamente su reino por un caballo, así sucedió ayer en el Auditorio durante el primero de los actos conmemorativos de los 1100 años del Reino de León que la Junta presentó bajo el tan desafortunado lema Raíces , un eufemismo para ocultar el verdadero nombre de unas celebraciones en las que la palabra Reino de León debería estar presente como marca registrada en cada uno de los actos que se celebran para conmemorar tan señalada efemérides.

El escritor Juan Pedro Aparicio, coordinador de los actos de la celebración, manifestó, antes del comienzo del concierto, que la expectación e interés que esta conmemoración ha generado entre los leoneses le ha desbordado. Además, aseguró que, a pesar de las críticas que han surgido, tiene el firme convencimiento de que la celebración no será efímera.

Con la Orquesta Comunitaria como estandarte a las ordenes del siempre eficiente Alejandro Posada y los compases de esa música impagable del poeta del alma leonesa que fue el compositor astorgano Evaristo Fernánez Blanco, las Dos Danzas Leonesas , fue el himno más representativo de ese sentimiento de identidad que se respiraba en la sala sinfónica del Auditorio, en el que los más de 400 invitados y los numerosos aficionados que pasaron por taquilla, pudieron escuchar esa suerte de poema que el maestro astorgano dedicó a su tierra.

No menos intensas y líricas fueron esas Añoranzas de otro de nuestros representantes más añorados, el leonés Pedro Blanco, quien no sólo supo dibujar con fino trazo el lirismo y la nostalgia de su tierra natal, sino que arañó en lo más profundo de la idiosincrasia de un país para plasmar un soberbio fresco sinfónico que la orquesta de Castilla y León volvió a recrear con acierto, aunque un punto distante y ecléctica.

Se esperaban más caras conocidas, especialmente de políticos y organizadores de eventos vinculados a estos actos, escritores, personajes de la cultura y de las artes en general, sin embargo las ausencias fueron abultadas, tal vez porque la música no figura dentro de sus aficiones o porque el acto no se enmarcaba en la misma dirección de sus intereses. Una lástima porque lo ofrecido sí mereció la pena y mucho, ya que la música de nuestros compositores no se escucha habitualmente y la ocasión era propicia para volver a disfrutar de esas añoradas tonadas. Sí que asistieron la consejera María José Salgueiro acompañada por el viceconsejero, Alberto Gutiérrez, la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco, Juan Pedro Aparicio, coordinador de los actos de la conmemoración, y el vicealcalde y presidente de la Fundación León Real, Javier Chamorro.

No fue muy de recibo es el incluir al gran Mahler en esta celebración reinal, aunque él por su cuenta celebre este año el siglo y medio de su venida al mundo. ¿Es que no existen en toda la Comunidad compositores magníficos como el llorado maestro burgalés Antonio José cuya Sinfonía Castellana hubiera venido que ni de perlas, o el salmantino Tomás Bretón autor de varios poemas sinfónicos como el titulado Salamanca , o el lírico Guzmán el Bueno , por citar a dos de nuestros autores más señeros en lugar del checo?. En fin un acto más que pasó con más pena que gloria, y otra oportunidad perdida para celebrar lo nuestro y no lo que nos impone.

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