Diario de León
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El invento del maligno josé maría cillero

En una tarde pródiga en descensos a los infiernos —Sarkozy, bipartidismo griego, Asefa Estudiantes—, un inmarcesible Jesús Vázquez embutido en traje gris rata de corte Neil Barrett regresó a la pequeña pantalla para defender la segunda temporada del concurso Uno para ganar, aquel ‘aggiornamento’ del Grand Prix de Ramonchu sin vaquilla pero con premio final de 500.000 euros que, al igual que su antecesor de los 90, parece más indicado para las noches estivales que para el incierto ecuador primaveral de este marceante mayo. No hay más que echar un vistazo a los datos de audiencia de ayer y compararlos —con nostalgia— con aquellas cifras de julio del año pasado, cuando el programa de Cuatro no se apeaba de los 1,3 millones de espectadores y el 10% de audiencia. Ayer, apenas alcanzó el 4% del ‘share’ y unos tristes 789.000 espectadores, a distancia sideral, no, lo siguiente, de Salvados, de La Sexta, que obtuvo el 11,4% de cuota y 2.165.000 televidentes.

Pero más allá de las cifras, ¿dónde está la clave de tan discretos resultados respecto al estreno del programa? No me miren a mí, si supiera tanto de audiencias ya tendría secretaria, deportivo y despachazo en una gran cadena; aunque como uno nunca sabe a quién se paran a leer los cazatalentos, lanzaré alguna hipótesis por si acaso. Aquella primera temporada de Uno para ganar se vio favorecida por el solar en el que se convierten las parrillas televisivas veraniegas y por la propia dinámica de un concurso cuyas pruebas resultan entretenidas y se resuelven en apenas 60 segundos sin requerir grandes esfuerzos neuronales de los ya reblandecidos cerebros del personal sofásedente en plena canícula. Pero claro, con esos mismos y exiguos mimbres, si lo sueltas ante una jauría de Jordis Évoles y Aídas sembrados, Buenafuentes de regreso y un hit cinematográfico con más estrellas que chicha, reverdecer laureles se convierte en misión imposible, por mucho que Jesús Vázquez lo dé todo, que lo da, y que la selección de concursantes devenga en exaltación a la juventud y oda a la telegenia.

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