Diario de León

Fallece el poeta ‘indignado’ Ledo Ivo, ‘descubierto’ por Pereira y Mestre

El autor brasileño muere en un viaje sentimental a España al año de recibir el Premio Leteo.

El poeta brasileño Ledo Ivo junto a su amigo Antonio Gamoneda hace un año, cuando le dieron el Premio Leteo.

El poeta brasileño Ledo Ivo junto a su amigo Antonio Gamoneda hace un año, cuando le dieron el Premio Leteo.

León

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Se ha ido el poeta ‘indignado’. Ha muerto el hombre que revolucionó las palabras con su poesía para los desamparados del mundo. Le falló el corazón. A Ledo Ivo, que justamente hace un año recibía en León el Premio Leteo, la muerte le ha emboscado por sorpresa a los 88 años cuando se había embarcado en un «viaje sentimental» a España. Pocos habían oído hablar de este hombre simpático y humilde hasta que Antonio Pereira, el gran cuentista leonés, se lo ‘filtró’ a sus amigos. Y así se tejió una red de admiradores del poeta brasileño en este ‘remoto’ León. Admirador y admirado de Antonio Gamoneda, que ayer mascullaba profundamente conmocionado la noticia del fallecimiento del autor de A Noite Misteriosa, se fue, como una premonición, cuando quería cumplir un sueño: atravesar a pie el Guadalquivir.

El poeta leonés Juan Carlos Mestre, traductor y amigo de Ivo, niega haber sido uno de los descubridores de este genio que, horas antes de fallecer, en los jardines del Alcázar exclamó: «¡Entonces existe el paraíso; esto es el paraíso!», según ha contado su hijo Gonzalo.

«Yo, en todo caso, he sido un ayudante mentiroso, como le gustaba llamar a Ledo a los poetas», explica Mestre. Recuerda el escritor berciano que conoció al poeta brasileño «de la mano generosa de Pereira». Después, como también le ocurrió a Gamoneda, acabaron carteándose. Más tarde, coincidieron «por medio mundo». «En Lisboa, en Oporto, en Perú... en encuentros cómplices». «Era un entrañable amigo», cuenta Mestre, quien añade que Ivo «tendía igual la mano a las hormigas, a las personas y a los murciélagos». Hace unos meses coincidieron en una memorable lectura en Lima y habían quedado de encontrarse ahora, en unos días, en Madrid, para ver a Úrsula, la viuda de Pereira. «Su poesía es extraordinaria y una de las más conmovedoras propuestas, en la que los desposeídos y las revueltas de los sueños han alcanzado algún objetivo», cuenta Mestre.

Ivo había llegado hace ocho días a Madrid en compañía de sus nietos Leonardo y Antonia, de su hijo Gonzalo y de la esposa de éste, Denyse, y el jueves habían hecho una escapada a Sevilla para pasar la Navidad.

«Él sabía que el fin estaba próximo y quería ver a algunos amigos en Madrid como Juan Carlos Mestre y Martín López-Vega. También quería pisar las tierras de Góngora y de Quevedo; siempre tuvo una gran ligazón con España», ha explicado su hijo en declaraciones a la agencia Efe. En el Club Leteo, que le otorgaba hace un año este prestigioso premio, la noticia del fallecimiento de Ledo Ivo ha llenado de consternación a los jóvenes poetas leoneses que decidieron premiar a uno de los escritores más combativos.

Ivo no quería «una muerte carnavalizada, ni una muerte episcopal, sino una muerte sencilla y franciscana», según su hijo. Será incinerado y sus cenizas se depositarán en el mausoleo de la Academia Brasileña de Letras.

El 25 de noviembre del año pasado, cuando recibió el Premio Leteo, Ivo aclaró en León, con una finísima ironía, que los periodistas le han colgado decenas de ‘etiquetas’ a lo largo de su vida, como ser un «poeta indio que lee a Paul Valéry» o un «antropófago». Ivo dijo que jamás habría imaginado tener el mismo premio que Auster o Gamoneda. «Soy un poeta municipal, no internacional», afirmó sin falsa humildad. Reconoció que el premio tal vez obedecía a que su obra se había publicada en España en los últimos años gracias a la traducción de Mestre.

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