Diario de León
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Opinión | yolanda veiga

Telecinco ha metido un «hachazo» a Gran Hermano y les ha dejado sin piscina. Lo que nos privará de los apareamientos bajo el agua, un espectáculo que perdió mucho el día que Matías abandonó la casa (pasó más tiempo en el agua que fuera). Aunque les ha dejado el jacuzzi para casos de extrema necesidad. También les han recortado el presupuesto y, en el mejor de los casos, se tendrán que apañar con 4 euros al día. Casi mejor, porque algún año de abundancia salieron de la casa de Guadalix como botijos. Si pierden las pruebas, que es la tónica general, se quedarán sin comer, y empezarán a darse bocados entre ellos. Así que no falta aliciente por ningún lado.

No han dicho cuánto les van a pagar por cada jornada de encierro, pero hace ya tiempo que Gran Hermano no es un negocio para nadie, exceptuando a la productora, a Telecinco y a Mercedes Milá, claro. Muchos exconcursantes han acabado siendo los parias de la tele, enrolados a trompicones como tertulianos, de saca ojos, de supervivientes, de reporteros chuscos o de lo que sea, como si hay que cruzarse el desierto a pata con Raquel Mosquera. Y luego están los rebotados, los que no quieren saber nada del negocio. ¿Pero dónde está la vida que dejaron antes de entrar? Por no hablar del examen público y continuo al que son sometido los dos, tres... seis meses que dura el programa. Que un buen día a Mercedes le da por ponerte de liante o de tonto para arriba (este año ha prometido ser más objetiva) y la cosa acaba con tu madre llorando en el plató de Jorge Javier Vázquez (lo que no puedan rentabilizar ellos dentro que lo haga la familia fuera) porque hay que ver con lo buen chico que es y me lo están desgraciando. Parece muy caro el peaje, pero aún así hay cola para entrar. Siente el vértigo , reza el slogan de este año. Y se ve que a la gente le va la marcha.

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