Diario de León

Banderas: «De Ponferrada volví enamorado del vino y con resaca»

El actor vuelve a la animación con ‘Justin y la espada del valor’, que se estrena en septiembre.

El actor y director Antonio Banderas, que acaba de filmar una película en Bulgaria.

El actor y director Antonio Banderas, que acaba de filmar una película en Bulgaria.

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pacho rodríguez | madrid
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De aquel actor que hacía lo que le pidieran, que llegó de Málaga a patearse por Madrid todas las ofertas de trabajo, de aquel joven que, según él mismo dice, hasta los 32 años no tuvo un duro, y que encontró en Almodóvar la mejor lanzadera de su carrera, apenas queda un poco de acento andaluz y sí mucho del tesón y constancia que Antonio Banderas (Málaga, 1960) ha demostrado durante una carrera que supera los 30 años de aventuras.

Ahora tiene entre manos lo que ha de ser uno de los pelotazos de la cartelera para el mes de septiembre, Justin y la espada del valor, una película de animación que tendrá su versión en 3-D y que para el actor español se trata de algo más que un proyecto profesional. Es aquí donde Banderas confirma que su compromiso y apoyo a iniciativas como esta de la productora Kandor, de la que también es socio, no es mera retórica sino que pese a que tiene una agenda imposible encuentra tiempo para impulsar, promocionar y ser algo así como mucho más que un mecenas, porque también aporta su talento.

En su memoria, afirma, aún resuena su paso por El Bierzo para recoger el premio de los Micrófonos de Oro de Luis del Olmo.

En su caso no hay duda de que su compromiso es de largo recorrido, que no se conforma con apoyar proyectos de manera puntual. Esta nueva aventura con Justin y la espada del valor, después del éxito de El lince perdido lo confirma.

—¿Es una seña de identidad de su filosofía de la vida?

—Lo entiendo así. La idea es que las cosas tengan una continuidad. Cuando la gente de Kandor me pidió ayuda y vi lo buenos que eran, me impliqué de lleno. Ahora estamos de rodillas rezándole a Justin para que tenga éxito y nos permita continuar.

—¿Ha sido difícil todo el proceso para que al final la película haya llegado a buen puerto?

—Sacar el proyecto adelante con 150 personas trabajando, con la situación que hay en la actualidad, ha sido duro. Estas 150 personas tienen la manía de comer todos los días…

—Pero, luego, cuando llegan los buenos resultados, ¿se olvida todo?

—Ha habido problemas que son complicados de olvidar, pero ahora notamos un feedback muy bueno entre la gente que ha visto Justin y la espada del valor. Creo que hemos dado un salto importante en cuanto a calidad y un paso importante al despertar interés en sitios como EE. UU.

—Y esto de la animación, ¿cómo llega a usted hasta el punto de convertirse en productor y una de las voces de los personajes?

—Tenía la experiencia y el interés de mis trabajos con Dreamworks. Siempre me han llamado la atención los procesos de creación de la animación.

—Usted que viaja tanto, y se implica con lo que le rodea, ¿cómo ve el mundo?

—Confuso, violento. Sabiendo que hay dramas particulares creo que va a ser el pueblo el que consiga salir del atolladero. Uno ve lo que está pasando y casi se siente culpable de haber tenido suerte en la vida y que te haya tratado bien.

—Con tantas experiencias como tiene, ¿no se imagina volviendo a algo tan auténtico como regresar al teatro y hacer una gira por ciudades como León…?

—El teatro es como una mujer que me ha querido mucho y a la que luego abandoné. Pero creo que en estos tiempos de cambios, de formatos de ver cine, televisión… el teatro no solo sobrevivirá sino que saldrá fortalecido. En León, por cierto, estuve hace un tiempo y me encantó esa zona de España. Y estuve en los premios Micrófono de Oro, de Luis del Olmo, y no veas lo bien que me lo pasé. De Ponferrada volví enamorado del vino del Bierzo y con resaca.

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