Diario de León

Muere Gabriel García Marquez y regresa para siempre a Macondo

El premio Nobel vivió antes 6 años en Barcelona, donde publicó ‘El otoño del patriarca’.

García Márquez a la puerta de su casa en México el pasado 6 de marzo, día de su cumpleaños, atiende a los periodistas.

García Márquez a la puerta de su casa en México el pasado 6 de marzo, día de su cumpleaños, atiende a los periodistas.

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miguel lorenci | madrid
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Gabo está de vuelta en Macondo. José Arcadio Buendía lo habrá recibido como se merece en el mundo mítico y mágico que el genial escritor de Aracataca creó para su estirpe hace casi medio siglo. La vida del gran fabulador colombiano, cima de las letras hispanas y del realismo mágico, se apagó este jueves en México, su casa desde hace tres décadas. Allí se le vio por última vez en público el pasado 6 de marzo, cuando Gabriel García Márquez sopló una tarta con 87 velas y escuchó Las Mañanitas en la puerta de su residencia, en el número 144 de la calle Fuego del DF.

Atravesó Gabo el umbral de la eternidad 67 años después de la publicación de su primer relato, a los 47 de la aparición de la obra que lo encumbró, Cien años de soledad , y a los 32 de la obtención del premio Nobel de Literatura que recibió en 1982 el narrador más respetado y autor de la novela hispana acaso más leída en el mundo en el último medio siglo. No quiso tener el Cervantes ni un merecido sillón en la Real Academia Española

El Gabriel García Márquez ante quien se rindió la Academia Sueca no podía ni soñar que alcanzaría el Olimpo literario cuando vio en letras de molde La tercera resignación , su primer relato, escrito con 20 años y publicado en 1947. Por entonces Gabito se ganaba la vida como gacetillero.

Cuarenta y cinco años después, en 1992, publicaba la que es su última colección de relatos, Doce cuentos peregrinos .

Quizá dos décadas después de publicar su primer cuento, sí sospechara que la saga de la familia Buendía y el mágico territorio de Macondo que habitaba entre el revoloteo de mariposas amarillas y el milagro del hielo le podrían dar un lugar de honor en la literatura de su siglo. Gabo atravesaba una deplorable situación económica y una grave crisis creativa de cinco años que superó escribiendo aquel mágico y definitivo relato.

Había perdido varios empleos como periodista cuando en 1965 se encerró en una habitación de México DF durante 18 meses para narrar la epopeya de los Buen-día. Había tenido una «revelación» en enero de aquel año, mientras conducía entre México y Acapulco. «¡Encontré el tono! ¡Voy a narrar la historia con la misma cara de palo con que mi abuela me contaba sus historias fantásticas, partiendo de aquella tarde en que el niño es llevado por su padre a conocer el hielo!», le dijo a Mercedes, su mujer.

En el verano de 1966 la concluía. Las deudas familiares superaban los 10.000 dólares. Para poder enviar el original por correo a Buenos Aires tuvo que dividirlo en dos paquetes y empeñar una batidora, un secador de pelo y una estufa. No la vería publicada hasta junio de 1967. Su triunfo fue fulminante y agotó la primera edición en unos días. Cien años de soledad se ha traducido a más de medio centenar de idiomas y ha vendido más de cuarenta millones de copias legales. Las ilegales ni se sabe.

Para Dasso Saldívar, biógrafo de García Márquez, no hay duda de que Cien Años de soledad es «la novela más hermosa de la lengua española» y «la mayor revelación en lengua española desde El Quijote», según Pablo Neruda. Para su autor, «Macondo no es tanto un lugar como un estado de ánimo»

Quince años después, en 1982, los académicos suecos dan el Nobel a García Márquez. Lo recibirá ataviado con la típica guayabera blanca del Caribe y portando una rosa amarilla, símbolo de Colombia y amuleto que no faltó ningún día en su escritorio. Lo agradeció con un dolorido canto de amor a América Latina y el deseo de «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra».

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