Diario de León

El Rey fija en la Humanidad el «centro de gravedad» de la autora

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agencias | madrid
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El Rey cerró las intervenciones de la ceremonia de entrega del máximo galardón de las letras en castellano con un discurso en el que reconoció el compromiso humano, y en particular con las mujeres, de la escritora mexicana. Acompañado de la Reina y en presencia del jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, don Juan Carlos dijo que la distinción a la autora mexicana es también «un homenaje a todas las personas que, como la propia galardonada, han sembrado el camino para alcanzar la promesa de un futuro mejor».

«La Humanidad es el centro de gravedad de la obra de Elena Poniatowska, destacó el monarca. Y tras la solemne ceremonia de entrega del premio, al que Poniatowska acudió acompañada de su familia, sus tres hijos, Emmanuel, Felipe y Paula y siete de sus diez nietos, además de amigos, los invitados se dirigieron al patio del rectorado para hacerse una fotografía de familia con los Reyes y otras autoridades.

La premiada contaba su vida: Héléne mudó en Elena y por elección se hizo mexicana, aprendió el español con los gritos de los pregoneros e hizo causa común con los desarrapados y los pobres que caminaban descalzos. «Se escondían para que no se les viera la vergüenza en los ojos. Al servicio de los blancos, sus voces eran dulces y cantaban al preguntar: ‘¿No le molestaría enseñarme cómo quiere que le sirva?’» ¿Qué tenía el sol ardiente de México para que Poniatowska declinara las invitaciones de los aristocráticos salones de París? Pues sus gentes y un idioma preñado de indigenismos. «¿Cómo iba yo a transitar de la palabra París a la palabra Parangaricutirimicuaro? Me gustó poder pronunciar Xochitlquetzal, Nezahualcóyotl o Cuauhtémoc y me pregunté si los conquistadores se daban cuenta de quiénes eran los conquistados». Enseguida quedó seducida por la épica de la resistencia indígena, aquella que «alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal» delante de los españoles, muchos antes de que Estados Unidos posaran su mirada codiciosa en un continente apetecible. Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco la precedieron al adjudicarse el Cervantes. Para concluir su alocución rememoró la figura de su marido, el astrónomo Guillermo Haro, aunque Poniatowska prefiere llamarlo ‘estrellero’. La escritora hizo suya la certeza de su esposo, quien en sus últimos años recitaba las coplas de Jorge Manrique al intuir la visita de la parca. «Siento mías las jacarandas que cada año cubren las aceras de México con una alfombra morada que es la de la cuaresma, la muerte y la resurrección».

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