Diario de León

La novela imprevista de Llamazares

El escritor leonés ultima ‘Distintas formas de mirar el agua’, una novela coral que tiene mucho que ver con el autor nacido en el desparecido pueblo de Vegamián.

Imagen de archivo del escritor leonés Julio Llamazares.

Imagen de archivo del escritor leonés Julio Llamazares.

León

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No ha cumplido sus tiempos. Julio Llamazares se toma entre cuatro y cinco años para escribir una novela, pero esta vez no ha sido así. Actualmente ultima Distintas formas de mirar el agua , que podría ver la luz a principios de 2015. El escritor leonés dice que resulta muy difícil explicar el argumento de un libro que ha redactado en apenas un año y que no entraba dentro de sus previsiones.

Quizá, como en su anterior novela, Las lágrimas de San Lorenzo, es una de esas historias que tanto le gustan al autor de Luna de lobos, en las que no pasa nada, pero hablan de la vida y de emociones, donde lo crucial es «la música de las palabras y la atmósfera que crean».

«Es una novela que tiene que ver mucho conmigo», asegura. Una historia coral de dieciséis personajes, donde cada capítulo está dedicado a uno de ellos. Un libro que le ha obligado a aparcar temporalmente Las rosas de piedra, ese titánico viaje en el tiempo y por la geografía de las catedrales de España.

Hace dos años el escritor nacido en Vegamián tituló precisamente Distintas formas de mirar el agua una conferencia que ofreció en San Sebastián, donde reconoció que un pantano le convirtió en ciudadano de ninguna parte y, al mismo tiempo, despertó su vocación poética.

Contó entonces que conoció al responsable de que las aguas sepultasen su pueblo, el también escritor Juan Benet; y cómo este ingeniero escribió a pie de presa Volverás a Región, « que es para mí más que una profecía. Es la poética de mi propia obra». Llamazares y Benet mantuvieran una extraña relación entre la admiración y el recelo —pues Benet pensaba que Llamazares le odiaba por haber anegado su pueblo— y tenían también dos visiones diferentes del mismo pantano.

«Las distintas formas de mirar el agua son también las distintas formas de mirar la vida, la economía, la política, la geografía, la historia o de relacionarnos con el mundo», aseguró Llamazares, quien ha admitido que nació en Vegamián por casualidad, porque su padre era el maestro de la escuela, y se fue de allí siendo muy pequeño. «Mi relación con Vegamián es más literaria o mitificada que real». «Para unos el agua es un bien con el que se puede comerciar; para otros, un espejo en el que mirarse y para otros, un paisaje en el que dejar fluir la conciencia».

Diecinueve años después

El autor de La lluvia amarilla acaba de recuperar En mitad de ninguna parte, un libro de siete relatos breves que, diecinueve años después y desaparecida la editorial que los publicó entonces, habían quedado en el limbo. Alfaguara los ha rescatado ahora «intactos», porque Llamazares conoce bien la mala experiencia de intentar ‘retocar’ el pasado. Un homenaje a esos tipos desubicados y a esos lugares que, ciertamente, están medio de la nada o en ninguna parte. Relatos que destilan, como el propio autor, humor y melancolía.

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