Diario de León

«León tiene un potencial fantástico pero voluntariamente arrinconado»

Joaquín Alegre condensa en una guía de 64 páginas el patrimonio imprescindible de la capital leonesa.

Detalle del majestuoso Panteón Real. Debajo, panorámica de la ciudad bajo un manto de nieve.

Detalle del majestuoso Panteón Real. Debajo, panorámica de la ciudad bajo un manto de nieve.

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e. gancedo | león
León

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«¿Qué no harían británicos o catalanes con el Locus Apellationis ? Lo convertirían en el centro del mundo, escenificarían allí un juicio cada día». Es una reflexión del escritor y editor Joaquín Alegre, responsable del sello Rimpego y una de las personas que más han investigado —y meditado— sobre el patrimonio leonés y el modo de otorgarle adecuada resonancia y mayor capacidad de atracción. Bajo esa óptica ha querido ahora lanzar una obra que reúna y sintetice el patrimonio imprescindible de la ciudad, León (guía esencial) , 64 páginas que son todo un pulso contra el tiempo y el espacio y donde el realce de espacios ocultos tiene también su oportuna cabida.

Alegre había editado y firmado una guía anterior, más amplia, de la capital leonesa, y sobre las diferencias entre ésta y aquélla argumenta: «Es una obra diferente que persigue otro público, con intereses bien distintos. En ese sentido resulta distinta en lo textual y lo gráfico», continúa, y a la pregunta de si es más fácil hacer una guía ‘condensada’ que una convencional, afirma que resulta «francamente difícil» resumir una ciudad como León en 64 páginas y 52 fotos. «Al menos así me lo parece: señalar una ausencia será fácil, pero el asunto se complica cuando se hace necesario elegir qué debe salir para que esa ausencia entre. Además, la exposición debe tener una coherencia y sencillez que la haga útil. No se puede zarandear al lector. Al final, de lo que se trata es de ofrecer una herramienta eficaz, ver si es posible llevar la ciudad en el bolsillo. E intentar que el de casa encuentre también una perspectiva o un color nuevos», mantiene.

En torno a si ha cambiado mucho León en cuanto a sus atractivos turísticos desde hace diez o quince años, hacer ver Joaquín Alegre que, sin duda, «la ciudad evoluciona, por desgracia no siempre con el respeto que merece, pero se han hecho cosas interesantes y recuperado otras muy dignamente. El Palacio del Conde Luna, el más reciente Centro de Interpretación del León Romano, o la instalación del Museo de León en el edificio Pallarés me parecen herramientas turísticas potentísimas que hay que explotar a tope. Y, si es posible, evolucionarlas más». «Por otra parte, la primera década del siglo ha dejado en la ciudad un catálogo de edificios sobresalientes —reanuda—y eso sin olvidar (que solemos ser demasiado largos con la crítica) la colección de escultura urbana. Incluso en el graffiti, eso que ya algunos estudian como street art , hay muestras bien interesantes. Y es que es en el arte, para bien o para mal, donde esta ciudad se manifiesta más viva. Lo que ocurre es que quien debiera, no se entera».

El cada vez más célebre cáliz de Doña Urraca no falta en la guía. «Su promoción es algo que deberíamos tomarnos muy en serio (o sea, con rigor profesional). Otros ya lo están haciendo. Nos ha tocado la lotería y algunos pareciera que quieren romper el boleto», arguye. E invitado a reseñar espacios poco potenciados u ocultos para el turista y el ciudadano, además del ya citado Locus o lugar donde se impartía justicia real en el medievo («y ahí lo tenemos, tomando el sol»), habla de unos mercados «que se vienen celebrando desde tiempos de Alfonso V. En Francia ese tipo de mercados son mimados en extremo, y explotados con elegancia. Por eso digo que León es una ciudad llena de fantásticas posibilidades, voluntariamente arrinconadas. Así somos».

Por una gestión común

Y es que, a juicio de este autor y editor, «hay espacios que piden a gritos una renovación». «Debería ponerse en valor el conjunto de los museos, ¿somos conscientes de lo que ofrecen en León? Tenemos los deslumbrantes de San Isidoro y la Catedral, el mencionado Museo de León, pero está también el IBO, Sierra Pambley, Vela Zanetti, el Centro Leonés de Arte, la Casona de la Fundación Carriegos... Una pasada. Una gestión común de sus visitas los potenciaría y atraería un visitante culto y con alto poder adquisitivo», dice, e incide: «Otro aspecto desaprovechado, incomprensiblemente, es un centro de interpretación de la restauración de la Catedral. Media Europa miraba lo que ocurría aquí, se olvida que el propio Viollet-le-Duc fue tentado para que se hiciera cargo de las obras. Hay un impresionante corpus de planos, dibujos, proyectos y piezas retiradas que no se sabe dónde colocarlas pero dignificarían cualquier museo. Y tenemos también nobles edificios semivacíos que darían un adecuado acomodo».

«¿Y qué decir de León ciudad literaria?, ¡pero si está hecho! Si los autores estarían encantados de ceder manuscritos, distinciones, etc. para un proyecto bien pensado. Y ya de paso —concluye— potenciarnos como centro de estudio del español...».

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