Diario de León

Operación: matar a Franco en León

El historiador y militar leonés Rubén García monta una conspiración para asesinar al dictador en ‘Operación fuego mágico’ El ‘día D’ es el de la despedida de la Legión Cóndor.

El autor leonés Rubén García Robles. MARCIANO

El autor leonés Rubén García Robles. MARCIANO

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verónica viñas | león

No existió, como con Hitler, una ‘operación Valkiria’ para asesinar a Franco. En caso contrario, el ‘día D’ perfecto habría sido el 22 de mayo del año 1939, cuando León despide a los efectivos de la Legión Cóndor tras su intervención decisiva en la Guerra Civil. El leonés Rubén García Robles, licenciado en Historia y militar, monta una trama para liquidar al dictador en Operación fuego mágico , su ópera prima en la literatura, una novela respaldada por cuatro años de investigación en archivos tan inexpugnables como el del Ejército del Aire. El resultado es un thriller con personajes y hechos reales poco conocidos que, sin embargo, tuvieron un papel determinante en la contienda española y, en algunos casos, también en la II Guerra Mundial.

Todas las piezas encajan. La historia es creíble y, aparte de las motivaciones políticas, había una cuestión clave para deshacerse del general español: el control de las explotaciones mineras. Agentes rusos y sus propios aliados alemanes tuvieron una ocasión excepcional de acabar con la vida de Franco cuando asistió, desde la tribuna de autoridades, a la exhibición aérea montada a modo de despedida por los aviadores de Von Richthofen en la base de La Virgen del Camino.

El título de la obra, Operación fuego mágico, «procede del nombre en clave que utilizó Hitler para las actuaciones de apoyo y provisión de materiales a Franco durante la Guerra Civil. La decisión de respaldar al bando nacional se adoptó en el transcurso de las jornadas de música wagneriana celebradas en la ciudad alemana de Bayreuth», explica García Robles.

En aquella ciudad tuvo lugar un encuentro esencial para que Alemania acabara por secundar a los militares golpistas españoles. El capitán de aviación Francisco Arranz Monasterio, el representante del partido nacionalsocialista en Marruecos, Alfred Langenheim, y Johannes E.F. Bernhardt, un comerciante alemán arruinado que había vendido provisiones y materiales durante las guerras del Rif a los generales sublevados (Mola, Yagüe, Franco y Beigbeder), convencen a Hitler la noche del 25 de julio de 1936 para que les ayude.

Las explotaciones mineras de wolframio, zinc y piritas, la mayoría en manos del Reino Unido y Francia, es la carta que juegan los conspiradores en aquella velada de ópera para convencer a Hitler. «Bernhardt ofrece sus empresas como pantalla para que se produzca el intercambio de recursos materiales y humanos alemanes (aviones de combate, aviones de transporte de tropas, piezas de artillería, carros de combate y avanzadas transmisiones) por materias primas españolas (lanas, pieles, minerales, acceso a puertos del Atlántico y Mediterráneo), sin que Hitler pierda su imagen popular entre los países europeos».

La espía rusa y el coronel

Por las 298 páginas del libro, que el autor presenta el próximo jueves en El Corte Inglés, desfilan personajes tan inquietantes como la espía rusa Olga Chejova, sobrina política de Antón Chéjov, que llegó a codearse con las altas esferas nazis gracias a su exitosa carrera en el cine alemán; Wolfram von Richthofen, primo del laureado Manfred von Richthofen (conocido como el Barón Rojo), jefe de la temible Legión Cóndor acampada en León y, posteriormente, mariscal de campo de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial; o el citado Johannes E.F. Bernhardt, hombre de negocios que entrega en mano a Hitler la primera carta en la que Franco pide al Führer la ayuda efectiva de Alemania.

En la novela hay un ‘plan B’ por si falla el atentado en el aeródromo de La Virgen del Camino. Olga Chejova sería la encargada de envenenar a Franco en el banquete que se sirve en el hotel Oliden durante los actos de despedida a los miembros de la Legión Cóndor.

Chejova enamoró a Hitler y Goebbels, y los espió para Stalin, eso le dio la idea a García Robles: «Por qué no situarla también en León y que estuviera en ese intento de asesinato a Franco», dice.

Hans Nirminger es otro de los personajes reales que García Robles ha rescatado para su novela. Se trata de un piloto que oficialmente fallece durante unas acrobacias en la base de La Virgen del Camino once días antes de la visita de Franco. «Ese hecho me permitió fantasear sobre el porqué de aquellas acrobacias aéreas y el porqué de aquella muerte a tan pocos días de la despedida de la Legión Cóndor», cuenta el autor. En realidad, como se supo muchos años después, Nirminger fue abatido por Josep Falcó, uno de los ases de la aviación republicana durante la Guerra Civil. Fue en un combate cerca de la localidad gerundense de Vilajuiga, donde estaban concentrados los últimos 30 aviones de la República con el objetivo de pasar a Francia cuando aún no había finalizado el conflicto. Según Falcó, derribó dos cazas alemanes, uno pilotado por Nirminger; el otro piloto de la Legión Cóndor que murió fue Friederich Windemuth, al que los nazis sí dieron por fallecido en el pequeño pueblo del Ampurdán.

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