Diario de León

LA ENTREVISTA

«No apoyaría hoy a Zapatero»

ANA BELÉN / CANTANTE Y ACTRIZ

Ana Belén recibirá este año el Goya de Honor. VÍCTOR LERENA

Ana Belén recibirá este año el Goya de Honor. VÍCTOR LERENA

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oskar belategui | madrid

Nació hace 65 increíbles años en el número 11 de la Calle del Oso del madrileño barrio de Lavapiés. Hija de un cocinero del Palace y de la portera de la finca donde vivía, Pilar Cuesta se presentó a infinidad de concursos radiofónicos infantiles con el sueño de emular a Rocío Durcal y Marisol y darles a sus padres una vida mejor. A los 13 años, Ana Belén grabó sus primeras canciones y debutó en el cine con Zampo y yo. El Goya de Honor recompensará el 4 de febrero a una actriz y cantante que fue musa de la Transición e icono de la España progre. La mujer más deseada de este país durante muchos años y la mitad de la pareja más moderna en la época en que nos sacudíamos la caspa del franquismo.

—¿Le ha dejado mal sabor de boca el boicot promovido contra la película de Fernando Trueba por haber afirmando no sentirse español?

—La gente debería decir lo que siente sin que hubiera más problemas. Fernando hizo aquellas declaraciones en clave irónica y se sacaron de contexto. Es algo que me ha retrotraído a 1973, cuando Víctor y yo nos vimos envueltos en una polémica gordísima después de que un anónimo dijera que habíamos pisado la bandera española en México. La Policía vino a casa y nos llevaron a la dirección general en la Puerta del Sol. Ahora, con las redes sociales, todavía es más difícil de controlar las mentiras. Sí, es como si no hubieran pasado 43 años.

—La ultraderecha puso dos bombas en su casa.

—Una en el 76 y otra en el ochenta y tantos. De hecho, cogieron a los que las pusieron por otra historia colateral. Supongo que contarían que habían puesto una bomba en casa de Víctor Manuel y Ana Belén... La primera vez estábamos en Cuba cantando. Por debajo de la puerta de la habitación del hotel, personal de Iberia nos deslizó un periódico. En la portada venía un foto de nuestra casa. Cuando pudimos poner una conferencia a mis padres nos tranquilizaron. Eran tiempos violentitos.

—¿Qué le parece la corriente crítica actual contra la Transición?

—La Transición fue imperfecta, pero gracias a ella estamos hoy aquí. La ciudadanía presionó para que se consiguieran tantas cosas... La gente salió a la calle y se legalizó el PCE, algo tremendo en aquella época. Cuando hay que aunar tantas voluntades y mentes diferentes, claro que tiene que salir algo imperfecto. Los pactos significan renunciar a unas cosas para conseguir otras. No entiendo esta corriente crítica. Y hay algo que me ha dolido mucho: ahora que acabamos de celebrar el aniversario de los asesinatos de Atocha, donde unas personas murieron por esto que tenemos ahora, que haya una persona dirigente de Izquierda Unida, rama PCE, que diga que lo que se hizo entonces no sirvió para nada... Que qué era eso del eurocomunismo... Me parece que es no darte cuenta de dónde vienes. Mucha gente dio la vida por la democracia en aquellos años. No puedes cargarte eso de un plumazo con una frase. Significa que no tienes memoria.

—¿Echa de menos hacer actos transgresores, como cuando Víctor Manuel y usted se casaron en Gibraltar en 1972?

—Nuestro matrimonio no tiene validez aquí, pero no fue por transgredir. Nosotros queríamos casarnos por lo civil. En aquel momento era tremendo, te mandaban un cura a tu casa para convencerte, después tenías que declararte apóstata... Decidimos casarnos fuera y algún amigo nos sugirió Gibraltar, donde solo había que llevar tres papeles. Era la época del ‘Gibraltar español’ y se armó una buena. Llegaron a decir que vivíamos amancebados.

—¿Y hoy qué podría hacer para transgredir?

—¿Hoy? Simplemente salir fumando en una entrevista en televisión. El baremo de la transgresión ha variado muchísimo. Nos hemos ablandado, antes éramos más abiertos. Habíamos vivido con tanta dureza que, a pesar de todo, desarrollamos la capacidad de buscar momentos muy libres. Ahora nos la cogemos con papel de fumar. Nos da miedo salir a la calle con la ‘ley Mordaza’ porque igual nos pegan. ¡Coño, si hemos salido siempre a que nos dieran! Nos hemos hecho temerosos para no herir a nadie.

—¿Se arrepiente de aquella campaña en apoyo de ZP?

—Hoy no lo haría. En aquel momento, tal como estaban las cosas, sí, no me arrepiento. La cantidad de cosas que se podían haber hecho... Y no solo para la cultura. Yo pedí el voto para Zapatero no porque hubiese favorecido a la cultura, sino porque había adoptado tal batería de medidas sociales indispensables que sentí que debía apoyarlo. ¡Si cada día le hacían una manifestación los obispos! Luego aquello se torció cuando no se quiso afrontar que había una crisis. Vinieron las medias verdades y salió perdiendo la gente con menos recursos, como siempre. A lo mejor no había otra salida. No quisiera ser político.

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