Diario de León

CULTURA ■ ARTE

Amancio se zambulle en el mar de Mármara

De frente a Estambul, en la isla de Mármara, el escultor leonés acaba de elevar un audaz nadador en ademán de lanzarse a esas históricas aguas. Lo ha bautizado ‘The Jump’, el salto, y fue realizado dentro de un simposio internacional

Ventana central de ‘The Jump’ y el nadador de su interior, escultura elaborada con el famoso mármol de la isla. DL

Ventana central de ‘The Jump’ y el nadador de su interior, escultura elaborada con el famoso mármol de la isla. DL

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

e. gancedo | león

El lugar es famoso, dicen las guías, «por la calidad de su mármol blanco, con suaves vetas azules, que se ha venido exportando a otras muchas otras latitudes», y por tanto ha sido idóneo para la visita del escultor leonés que más actividad e inquietud está demostrando en la actualidad, Amancio González. Hablamos de la isla de Mármara, la segunda más grande de Turquía, en la que hace unas semanas se celebraron las actividades del 17º Simposio Internacional de Escultura de Mármara. Un trozo de tierra firme varado en un paso geográfico histórico y que ha venido surtiendo de material de construcción de alta calidad, a lo largo de los tiempos, a casi todo el Mediterráneo: de aquí salieron los mármoles para los sepulcros de Roma y para los palacios de la imperial Constantinopla, y también para aquella desaparecida y mítica Tumba del rey Mausolo que acabó dando nombre a todo edificio de excesiva suntuosidad.

En este espacio privilegiado, y en el marco del citado encuentro, Amancio González ha elevado una escultura a la que ha bautizado como The Jump, ‘el salto’. «El material es mármol de la propia isla —cuenta el artista—, y tiene unas medidas de 3,53 centímetros de altura por 62 de fondo y 302 de largo». «He utilizado tres piedras para darle forma cuadrada a la escultura, y a partir de ahí penetrar en la piedra hasta conseguir la figura deseada, en este caso un saltador ejecutado en plena acción del salto», describía. Además, reflexionaba el autor de La vieja negrilla capitalina y de muchas otras creaciones que cada vez es más habitual en su obra «la combinación de elementos figurativos con otros geométricos, en este caso es evidente la fuerza dinámica que desarrolla la figura dentro de esa ventana de luz abierta en la piedra, y que nos permite contemplarla». Ventana abierta que, por otro lado, y como resalta, «ofrece al espectador dos posibilidades bien diferentes, una en la que la figura del saltador se encuentra aún en el aire... y otra en la que ya ha entrado en el agua».

Amancio González viene también de erigir otra escultura en las anchas tierras ubicadas entre los mares Mediterráneo y Negro, dado que también es suyo el ‘hombre murciélago’ de seis metros que se alza en un parque de la ciudad georgiana de Rustavi. «Esa obra se colocó frente a un gran lago, y tiene por objetivo captar la atención de los niños; en realidad es a ellos a los que va dirigido su mensaje con la intención de estimular, desde el arte, su imaginación», decía.

tracking