Diario de León

FERIA DE SAN ISIDRO

Ferrera, la revelación

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Barquerito - MADRID.
León

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Sin cortar orejas ni repetir un triunfo de las dimensiones del que hace dos semanas le abrió la puerta grande, Antonio Ferrera confirmó con toros difíciles su categoría. La corrida de Manolo González, en día de implacable viento, no se pareció en calidad para nada a la muy notable lidiada el pasado Otoño en las Ventas. Tres veces acudió al caballo el primero, pero las tres se dolió, antes o después, y las tres se salió suelto. Ese antojo de huirse volvió a aparecer más veces luego. Sin tanto viento, habría sido toro manejable. Andarín, esperó en banderillas y se acostó por el lado derecho, pero Caballero lo sintió noble, lo tuvo encajado siempre y llegó a pasarlo en una tanda buena por el pitón izquierdo. El cuarto, puro cuajo, manseó en el caballo, sólo se dejó pegar, hizo hilo en banderillas y, sometido por abajo en los primeros cuatro muletazos de faena, se puso reservón y se frenó. De mala nota el toro, lidiado con muchos apuros porque arreció el viento de sudoeste entonces. Breve, expeditiva faena de circunstancias en medio de un vendaval. La faena primera de Antonio Ferrera fue de alto riesgo. La faena de muleta y lo que hubo por delante: el valeroso asiento de tres o cuatro lances bien volados y, sobre todo, el sitio, el imponente ajuste y la entrega de tres pares de banderillas de poder a poder que pusieron de pie a la gente. De los dos últimos salió Ferrera apoyado en los palos tras haber sentido el pitón del viaje en la misma faja. El viento no dejó ni elegir terreno ni terminar de someter a un toro con mucho que torear. Dócil sólo en los primeros viajes, enterado en seguida, derrotando unas veces, quedándose corto otras. Estar de la manera en que estuvo Ferrera: entero, muy firme y, sabedor de lo que se traía entre manos. De manera que nunca le sorprendió el toro. Ni siquiera cuando protestó defendiéndose a última hora. Y, puesto todo en la balanza, poderle como y cuanto Ferrera le pudo por abajo a pesar de verse descubierto tantas veces. La capacidad de saber, arriesgar y apostar de Ferrea quedó clara con un quinto toro paradote, cobardón y violento. El tercio de banderillas volvió a tener épico acento. Se celebraron a modo un segundo par por dentro y un tercero al quiebro en los medios. La faena, valerosa, fue de recursos. Un cuerpo a cuerpo en apariencia temerario. El tercero salió frenándose, mansenado y pegando cabezazos. Repuchado en el caballo, galopó en banderillas, pero ahí lo hizo por última vez. El viento le puso a Abellán la muleta por montera y, después de tropezar el engaño, el toro se puso imposible. Una faena terca de torero valiente. El sexto, muy aparatoso, con pinta idéntica a la del segundo de corrida, fue toro bondadoso. El que mejor metió la cara de los seis. Pero tardo y cada vez más apagadito, no dejó a Abellán redondear una faena sabrosa, de buen gusto y notable aire. Confirma el papel al alza de Abellán.

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