Diario de León

Pese a la urgencia de las obras, aplazó 485.000 euros para una segunda fase

La Junta invierte en la torre de San Isidoro con dos años de atraso

La torre de San Isidoro sigue cubierta de andamios

La torre de San Isidoro sigue cubierta de andamios

León

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La Junta se verá obligada a invertir otros 485.000 euros para completar la restauración de la torre de San Isidoro, iniciada hace dos años, tras dedicar sólo 57 millones de pesetas, aún cuando las obras eran urgentes y los técnicos las presupuestaron en cien millones. Una vez finalizadas las primeras reparaciones en los cuerpos altos -cubierta y campanas-, los andamios han permanecido protegiendo a la torre, con el consiguiente encarecimiento, a la espera de otra inyección económica que permita rematar ha rehabilitación. Los especialistas advirtieron desde un principio que el grado de deterioro de la torre era mayor de lo previsto. La Junta acordó una intervención urgente, tras un demoledor «diagnóstico», donde se apercibía del posible desprendimiento de piedras en una calle altamente transitada. En los próximos días el boletín oficial de Castilla y León publicará el nuevo presupuesto de contratación, siete meses después de que la Comisión Territorial de Patrimonio -órgano dependiente de la propia Junta- diera ya el visto bueno a esta segunda fase, que pretende restañar las heridas detectadas en los lienzos de piedra de los tres cuerpos inferiores. Estos muros, según la memoria redactada por los arquitectos Ramón Cañas y Carlos Sexmilo, ya fueron atirantados en los años setenta por problemas de graves agrietamientos, que podrían tener su origen en el gigantesco terremoto que destruyó la mayor parte de Lisboa en el siglo XVIII. Los nuevos trabajos, según los arquitectos, son necesaria continuación de la primera fase, «como consecuencia del grave y preocupante estado que presentan los paramentos de piedra y losas de cubrición de la torre románica, con desprendimientos continuos de fragmentos pétreos y losas de pizarra, y deficiencias en el sistema de evacuación de aguas del nivel de campanas». La rehabilitación de la torre -cuyos dos primeros tramos son del románico inicial (siglo XI) y los dos últimos, del XII-, permitió descubrir la importancia de la veleta, de la que, tras múltiples análisis, pudo demostrarse que es tan antigua como el edificio que la sustenta y probablemente de origen andalusí. Hoy el gallo está «encerrado» en una vitrina del claustro de la Colegiata, mientras que en su lugar se colocó una réplica exacta. Asimismo, recientemente, una gigantesca grúa reponía dos campanas, de 800 kilos (la llamada de San Isidoro) y de cien (la bautizada como Santo Martino), que volverán a tocar tras años de permanecer mudas. Los arquitectos han requerido para la segunda fase el apoyo de los arqueólogos, ya que la Colegiata se asienta sobre la muralla romana, con la posibilidad de estudiar in situ los lienzos de la torre, actualmente accesibles. En la restauración, la Junta ha contado con la colaboración del Ayuntamiento, que sufragó tanto la copia de bronce acabada en oro de la veleta, como los elementos de cantería, realizados por la Escuela Taller. La última intervención reconocible en la torre data de la década de los setenta, cuando Luis Menéndez Pidal acomete actuaciones en elementos de arquería del cuerpo de campanas, reposición de la mayoría de los capiteles y el ya mencionado atirantado de la torre en el cuerpo intermedio (situado sobre la cámara del tesoro). Uno de los primeros trabajos efectuados por la empresa Decolesa, encargada de las reparaciones, fue la retirada de kilos de excrementos de paloma; de ahí la necesidad de colocar un discreto cerramiento que impida a las aves acentuar el deterioro de la torre.

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