Con la Junta hemos topao...

Andan las aguas revueltas entre San Isidoro y la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta, ese organismo de «sabios» que supuestamente vela por los monumentos, no se sabe bien con qué criterio, pues lo mismo autorizan a derribar parte de la muralla (en Caño Badillo), que impiden al abad Antonio Viñayo «quitar el polvo» de las estatuas si no presenta antes un estudio detallando de qué modo y manera piensa lustrar las esculturas. Denuncia Viñayo que los japoneses no pueden hacer fotos y el resto de turistas contemplar el esplendor de la Colegiata por falta de luz y que había una compañía eléctrica dispuesta a iluminar gratis el templo románico, pero que la burocracia de la citada comisión lo impidió. Y salió ayer al trapo el delegado territorial, que lo mismo entiende de arte que de helicópteros, para decir que efectivamente habían recibido el proyecto -realizado, dicho sea de paso, gratis por el Ayuntamiento- y que 26 días después «con toda celeridad», respondieron a Viñayo pidiéndole que cumplimentase una serie de requisitos antes de tres meses: definir todas las líneas de cableado, cuadros de mando, puntos de luz, enchufes, estudio fotográfico completo de paramentos y cableado, carriles... ubicación y modelo de las tomas de corriente, interruptores... Vamos, que la Junta se toma casi un mes para dar una contestación y le da tres de plazo a San Isidoro para hacer milagros. Y se nos ocurre -como diría Gila- que si no sería más fácil que un técnico o todos los de Patrimonio fueran a San Isidoro y se les explicaran in situ la nueva eliminación. Ahorrarían papeleo, dinero y, sobre todo, tiempo. Es cierto que hubo un nefasto precedente en la Catedral, cuando una empresa «tiró» cables en línea recta, atropellando imágenes y beatas a su paso. Pero de ahí a pasarse con los trámites queda un amplio término medio, sobre todo cuando estaba en juego una subvención ya perdida. La Junta debería ahora sufragar el proyecto y San Isidoro hacerlo a su manera. Y todos en paz...