Diario de León

La nueva película del agente secreto llega al cine en el aniversario de la primera entrega de la serie

James Bond, cuarenta años en cartel

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James Bond parece sumar a sus múltiples habilidades la capacidad de mantenerse siempre joven. En su nueva película, Muere otro día, que está a punto de llegar a los cines, el agente 007 es encarnado por un apuesto y resultón Pierce Brosnan, y ello a pesar de que el estreno coincidirá con el cuarenta aniversario de Dr. No, la primera película de la serie sobre el popular agente al servicio de Su Majestad. En octubre de 25 de 1962 se estrenó en el London Palladium este filme que no tardó mucho en tener un rotundo éxito, aunque fue la cuarta entrega, Thunderball, la que tomó al mundo por sorpresa. En todas ellas se aprecia cómo muchos de los elementos característicos de James Bond son tomados de la propia personalidad de su creador, Fleming, periodista que también fue comandante en la Inteligencia Naval, y que realmente vivió con un modo similar de vida a la de el célebre personaje que ideó. El agente 007 sigue respondiendo a quienes le preguntan por su misteriosa identidad como contestan los estudiantes de la escuela escocesa de Fettes, donde se formó el agente inventado por Ian Fleming, y también, por cierto, el primer ministro Tony Blair: «Bond, James Bond». Y esa respuesta común a las veinte películas del agente, de cuya primera aparición en la gran pantalla se cumplen ahora cuarenta años, es también el título de una exposición que se muestra en el Museo de la Ciencia de Londres y que, tras su clausura, en abril, recorrerá todo el mundo. Cultura y fantasía El Museo de la Ciencia no parece, no obstante, el lugar más apropiado para una exposición sobre el agente secreto más famoso del mundo, pero los responsables del museo reivindican su elección. Según Sarah Milne, directora del museo, «James Bond tiene una enorme fuerza cultural». Cultural, quizás, pero ¿ciencia? El comisario de la muestra, que fue reunida inicialmente por el Museo del Cine en Bradford, y la productora Eon, de la saga de películas de James Bond, reconoce que «la mayor parte de los artilugios de las películas son pura fantasía encaminada a inspirar la imaginación de los espectadores». Y no sólo fantasía. En Desde Rusia con amor, producida en el año 1963, el agente 007 utilizaba un teléfono desde su coche, algo que en nuestros días ya se ha convertido en un peligro corriente para los peatones de todo el mundo. Y en la película Goldfinger, Bond disponía de un radar en su automóvil, no muy distinto de los navegadores actuales. Se ha estimado que casi la mitad de la poblacion del mundo ha visto o ha conocido algo sobre James Bond, el invencible agente que nunca ha pasado de moda y que año tras año se renueva siempre siguiendo las líneas maestras de su elegancia, exquisito gusto, carisma arrebatador y pasión por el romance.

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