Álvaro Pombo, único candidato para entrar en la Real Academia Española

El escritor cántabro Álvaro Pombo (Santander, 1939) es el único candidato a ocupar el sillón «j» de la Real Academia Española, vacante tras la muerte de Pedro Laín Entralgo. El próximo jueves tendrá lugar una votación en la que se decidirá la suerte del novelista. Su candidatura está avalada por Luis Mateo Díez, Francisco Rico y Luis María Anson. Pombo recibió este año el premio José Manuel Lara a la mejor novela publicada durante el 2001. No era el favorito. Tuvo que competir con Ana María Matute, Eduardo Mendoza, Antonio Soler, José María Merino y Carlos Casares. Al final fue él quien se llevó el gato al agua. También ha obtenido el premio Fastenrath de la Real Academia Española por «La cuadratura del círculo» y el premio Herralde por «El héroe de las mansardas de mansard». Reconocimiento tardío Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid, es un escritor de reconocimiento tardío. Tras pasar doce años en Londres -desde 1966 hasta 1977-, empezó a publicar a los 37 años. Su primera novela - «Relatos de la falta de sustancia»- no tuvo apenas repercusión. Poco después saltó a los titulares de la prensa al obtener el premio Herralde en 1983 con «El héroe de las mansardas de mansard». Este reconocimiento le dio alas y siguió publicando con regularidad. Con «El hijo adoptivo» quedó finalista del mismo premio. «El metro de platino iridiado» (1990) le granjearía en 1991 el premio de la Crítica. «Telepena de Cecilia Villalobos» 1999 supuso -para algunos críticos- un resbalón en su brillante carrera, pulso que retomó con la publicación de «Donde la mujeres». Es autor de una biografía sobre San Francisco de Asís que tuvo un gran éxito editorial. Universo narrativo El universo narrativo de Pombo -un hombre que gusta recrearse de su soledad- se caracteriza por la búsqueda de la identidad, tanto la suya como la de sus personajes, en una suerte de conflicto entre el ser y la apariencia. A este escritor, dotado con una especial sensibilidad para indagar en los sentimientos femeninos, le atraen los mundos infantiles y de la adolescencia, donde reconoce se forjaron todos los conflictos que ha arrastrado a lo largo de la vida y que, al mismo tiempo, le han servido de inspiración literaria.