UN PICASSO EN COSTA DE MARFIL
Un leonés tras el Picasso africano
Para el leonés Blas Fernández Tomé no hay imposible africano
Blas Fernández Tomé puede hablar con el mismo interés de la última fabada en Madrid con amigos del alma como de un viaje en moto con un desconocido hacia un lugar desconocido hasta por el piloto. Todo es cuestión de pasión. Y este leonés de San Miguel de Escalada la pone como carne en el asador en todas las facetas de su vida. Aunque, tal vez, el ingrediente complementario, igual de estrella, sea la curiosidad. Esa es la que le lleva a su nuevo libro: Fakaha. Los pintores del bosque de Pablo Picasso (Editorial Amarante), que llega después de otro libro africano marca de la casa como fue En busca de ‘otra’ Marlene Dietrich. Un recorrido por ‘otra’ África . En este caso, el propio primer título ya indica que hay un viaje cultural, esta vez hacia el universo artístico de Picasso.
El resto es un relato que contiene el viaje de Fernández Tomé a Costa de Marfil, país en el que se encuentra Fakaha, y una reconstrucción entre la ficción y lo posible con el pintor malagueño como telón de fondo. Una vez más, ese lienzo infinito que es África y que para el leonés es un eterno vital como lugar al que siempre volver.
El Picasso africano se le cruzó por casualidad entre las diversas rutas que había buscado en un país en donde las poblaciones mantienen una tradición de gremios y oficios que hacen que conserven su actividad uniforme en torno a artesanías y disciplinas de lo más diversas. «Lo que me interesaba de Costa de Marfil era precisamente eso, conocer diferentes lugares y ver cómo se dedicaban unos a tejedores, otros a la madera y demás», dice como algunos ejemplos de la sociedad costamarfileña. En definitiva, se trataba o se trata de seguir componiendo este personal puzzle africano en el que Fernández Tomé lleva años siempre con la intención de volver a su continente favorito.
«Una amiga me dijo que había un lugar llamado Fakaha en el que se dedicaban a la pintura y aseguraban que Picasso había estado allí. Incluso que había un cuadro suyo. Indagué en el tema y aunque, según los datos que hay, Picasso habría estado cuando tenía ya 86 años, lo que lo hace improbable, me decidí a ir», explica.
Aquí comienza lo que siempre incorpora este leonés de San Miguel de Escalada a sus viajes africanos en cuanto a cierto espíritu aventurero: «Yo soy un viajero mochilero, no de safari. De transporte público, motocicleta o lo que haga falta. Por eso fui a Fakaha de paquete con un motociclista. Ni él sabía dónde estaba Fakaha. Pero allá llegamos», avanza.
Una vez en Fakaha vio in situ el que se considera cuadro de Picasso y que le lleva a gran parte del relato de Fakaha. Los pintores del bosque de Pablo Picasso (Editorial Amarante), en el que desde la hoja de ruta del viaje que realizó Blas Fernández Tomé en 2019 reconstruye cómo pudo ser el de Picasso respetando toda la vertiente artística, aunque sí que encuentra la conexión de las influencias que las máscaras africanas ejercieron en el arte picassiano. «La historia en su conjunto me llamó mucho la atención. Y aunque este viaje dio más de sí, fue una parte llamativa que me llevó a escribir un relato sobre ella», sostiene Fernández Tomé, que además encontró, aunque a posteriori ya con el libro entregado a la editorial, la coincidencia de que se cumplen 50 años de la muerte de Pablo Picasso. «Dios me libre de compararme con él, pero para los viajes sí rescato lo que decía acerca de que no buscas las historias sino que te las encuentras.
Y África es un lugar perfecto para ello», advierte este enamorado de una tierra que ha visitado durante décadas casi una veintena de países desde que a finales de los 80 viajara a Madagascar. «Yo soy un africano de pro», asevera acerca de que el idilio que comenzó entonces no tiene visos de detenerse ahora. «Aquel primer viaje que hice fue sin ninguna pretensión. Yo solo y ya con ese espíritu mochilero. Si lo que vi entonces me fascinó a la vez me di cuenta de la gente tan buena que te encuentras. Cuando quieras ver gente buena vete a África», asegura, lo que demuestra que aquella primera mochila africana ya volvía cargada de afecto.
Así, desde la confianza y el respeto, para Blas Fernández Tomé viajar a África es un reencuentro. Aunque siempre incluya el encanto del factor sorpresa.